22 diciembre 2007

La Malasqueña




Había escuchado de la Malasqueña en Gigante Deportivo, el programa del recordado Pocho Rospligiosi, en esa ocasión propaló el audio de la narración colombiana, porque le había llegado noticias acerca de un gol fantástico al cual le habían puesto música e incluso nombre propio, el de un jugador peruano.

Eduardo Malásquez, más conocido como el flaco, por su larguirucha figura, fue uno de esos últimos jugadores peruanos de juego elegante, exquisito en el trato del balón, heredero de esa estirpe que entendía el fútbol como un juego donde había que disfrutar con la gambeta, las huachas, el quiebre preciso... nunca fue goleador porque esa no era su meta... otros que hagan los goles!!!

El fútbol peruano ha venido evolucionando conforme a las épocas, en los años 60 se contaba con menos de la mitad de los habitantes de ahora, en general se disfrutaba de un mejor nivel de vida, el pobre era pobre pero no miserable como ahora. Se trabajaba en dos turnos, la mayoría regresaba a su casa para almorzar y tomar la siesta antes de regresar para terminar el turno. No se trabajaba ni sábados ni domingos, en estos días permanecían cerrados los bancos, centros comerciales... la gente disfrutaba del cine.... es decir... se mantenía una vida tranquila, hogareña... sin estrés, ni smog... en ese contexto el aficionado iba a los estadios a divertirse, claro que ganar era el objetivo.... pero sobre todas las cosas, el peruano asistía a un evento deportivo, como se asiste a una fiesta... nadie va a una fiesta a ganar siempre... se apreciaba el fútbol bien jugado, hábil, pícaro... eran tiempos donde salíamos a jugar por las calles con la pelota de trapo, hecha con papeles dentro de alguna media robada de las hermanas o la madre. Los recios, duros, chacreros o brutos no tenían cabida en los partidos de la gallada, de la esquina... se respetaba la tradición por el juego atildado.

El fútbol era un arte y como todo arte se apreciaba el atrapar momentos, jugadas gloriosas, gambetas al infinito, huachas siderales... quien podría olvidarse ese "baile" que le dio el Hugo "Cholo" Sotil a Ballesteros, el gol de media cancha de Cueto al "Loco" Quiroga, las dominadas de pelota de Pitin Zegarra por varios minutos en pleno partido, los avances del "Piticlín" Palacios a medio Alianza Lima, la llevada de pelota de Cueto entre los fornidos argentinos, en fin... instantes, momentos perennizados en nuestra mente para toda la vida... eso vale más que mil triunfos.. quién se acuerda de las selecciones campeonas del mundo? Nadie.. uno se acuerda de las grandes jugadas... como la de Maradona ante Inglaterra, las de Pelé, etc.

Esto sucede porque el fútbol representa la idiosincracia de los pueblos, la forma cómo la aborda, como enfrenta sus sinsabores... y el pueblo peruano es alegre, pícaro, siempre buscando sobrevivir... sustituimos la buena alimentación, la falta de entrenamiento y la falta de contextura física con la maña, la filigrana, la inventiva para eludir el golpe, para crear jugadas que nos evite el choque frontal.... quizás cuando se tenga una generación superdotada físicamente, podamos tener éxitos en jugar a lo europeo, mientras tanto seguiremos cosechando derrotas porque queremos jugar como ellos sin tener una base alimenticia ni educativa adecuada.

Malásquez nos dejó esta jugada que podrán disfrutar por siempre los que estuvieron ahí, en ese estadio... como la vida misma... ninguna reunión se repite, ninguna reunión es la misma... la que ocurre, ocurre sólo en ese momento mágico, el diálogo eterno entre el jugador la pelota y el espectador.

Dejemos que alguna persona presente en ese partido, nos cuente:


LaMalasqueña.mp3 -


La Malasqueña

Por Jorge Eliécer Campuzano
Muchos aficionados, muchos amigos, hinchas del Independiente Medellín, me preguntan por “La Malasqueña", un gol espectacular que anotó el peruano Eduardo Malásquez, en una noche fresca con la luna recostada sobre las montañas circundantes del Valle del Aburrá. Esta es la historia : Miércoles 14 de noviembre de 1984 (ya se han ido 21 calendarios), Independiente Medellín recibió al Unión Magdalena.

Para mi este partido tiene un significado tristemente especial: nueve días antes, 5 de noviembre, un desequilibrado con la letal mezcla de licor y droga me accidentó en el Alto de Matasano y se me llevó al ser más grande de mi vida, mi madre. En fin , esta es la cruda realidad. Con algunas fracturas físicas y del alma, volví al micrófono de la Voz de Medellín para este partido, para esta emoción.

Fue una noche inolvidable, con 28.000 aficionados tuvimos el privilegio de vivir una maniobra de genio. Eduardo Malásquez se acordó de que el fútbol es sinónimo de espectáculo. El Medellín se montó en el marcador con gol de Bernardo Iván Arsitizábal. Malásquez y el “Poderoso” estaban para muchas cosas, era una verdadera fábrica de ilusiones y desengaños, como el penal que le hicieron al inca. Él mismo cobra y balón afuera, amargura en la tribuna porque el Magdalena apuraba para empatar el partido.

La revancha del peruano le arrancó desde lo más profundo de su ser con todas las bondades, talento, genialidad y esa clase ya olvidada en el fútbol de hoy. Malásquez dibujó una verdadera obra de arte. El peruano dejó en el camino dos veces al arquero Gasparoni, a Radamel García, fue un repaso de toda la magia que tenía en sus piernas, pasaron y pasaron jugadores, y con el último aliento sale a celebrar, porque había nacido LA MALASQUEÑA, bautizada así por mi compañero Javier Hernández Bonett, fue un gol de antología.

Malásquez al termino del partido no encontraba la medida exacta de lo que había pasado en el estadio Atanasio Girardot. Una noche reservada exclusivamente para el fútbol donde los más reconocidos no pudieron reseñar una gesta igual, como el técnico del DIM, Julio Avelino Comesaña celebrando ese gol -como el más recalcitrante hincha hincha rojo.

Lo de Malásquez no fue producto del azar, el peruano ya tenía otro antecedente histórico, un gol de mitad de cancha al Bucaramanga el 25 de julio de 1984. Pasaron sólo 6 segundos, le movió el balón su compatriota Franco Navarro al inicio del segundo tiempo y Malásquez sorprende al arquero Landaburu. Con el paso de los años se acentúan los recuerdos y con Malásquez compartimos en su país esa inocultable alegría, cuando en su mente se estacionan esos momentos al cometer su más grande “irresponsabilidad”... dar paso a la jugada simpar.....A LA MALASQUEÑA.



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