22 noviembre 2008

Transgénicos: El mundo según Monsanto

Versión subtitulada del documental que fue presentada el 11 de marzo del 2008 por la television franco alemana Arte en coproducción con la National Film Board of Canada.

En la introducción, hay una presentación de la cual no nos enteramos quienes no somos franco parlantes, pero los subtítulos en español aparecen a partir del minuto y cincuenta segundos (01.50)...
El mundo según Monsanto


Esta obra se debe a la periodista y documentalista francesa Marie-Monique Robin quien lleva dedicados 3 de sus 48 años a denunciar la producción de materias primas transgénicas. Por las investigaciones que ha llevado a cabo en el pasado, es de entender la valentía que muestra para librar una dura batalla contra la multinacional Monsanto, la mayor productora de semillas y pesticidas del mundo.

La investigación se basó en miles de documentos oficiales, publicaciones científicas y artículos encontrados en Google. Viajó a diferentes países como México, Brasil, India, Paraguay para constatar in situ la realidad sobre los cultivos OGM y si era beneficioso para los agricultores, sin embargo, se encontró con campesinos hundidos en deudas con Monsanto, personas que sufen problemas de salud a proximidad de las plantaciones o las de variedades originales de granos amenazadas por las especies transgénicas.

James Maryanski, ex coordinador de biotecnologías de la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, FDA) de Estados Unidos, reconoce que la autorización de comercialización de los OGM en 1992 fue "política", dado que la cuestión estaba todavía en plena discusión.

Un capítulo del libro, titulado "Paraguay, Brasil, Argentina: la República unida de la soja", relata el ingreso de ese cultivo en esos países, que figuran hoy entre los mayores productores del mundo, a través de una política de hechos consumados que obligó a las autoridades de Paraguay y Brasil a legalizar centenares de hectáreas plantadas con granos contrabandeados. La legalización benefició obviamente a Monsanto, que pudo cobrar así las royalties por su producto.

Robin estuvo la semana pasada en España para promocionar su libro y documental.... justo cuando llega la noticia que la Soja transgénica de Monsanto sería aprobada por Unión Europea debido a que los ministros agrícolas de la Unión Europea (UE) fracasaron en alcanzar un consenso para permitir la importación de soja modificada genéticamente desarrollada por Monsanto.. El pedido ahora retornará a la Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la UE, donde probablemente será aprobado sin dificultades en las próximas semanas, según lo que viene ocurriendo con las autorizaciones anteriores.

El informe de la soja de Mosanto se basa en estudios sobre ratas por un periodo de tres meses... no soy científico, pero me parece que es tiempo insuficiente para determinar si un producto es bueno o malo. Por otro lado, sorprende que organismos norteamericanos otorguen permisos de productos que pueden dañar a la salud, teniendo en cuenta que son meticulosos en sus pruebas de confianza... si bien es cierto que los cultivos de transgénicos empezaron en 1996, es a partir del año 2,000 que éstos empiezan a ser significativos, por lo que tenemos recién ocho años de de consumo.

Entonces, tengo dos preguntas: ¿Es suficiente ocho años para establecer si un producto modificado genéticamente u otro pueden causar enfermedades al ser humano?... recuerdo que en mis épocas escolares se hablaba de 20 años como mínimo para establecer si un producto era o no danino para la salud humana....., si hace falta más de ocho años, ¿Por qué no se hizo el estudio con los conejillos de indias durante 10 o 20 años?

El pasado jueves 19 de noviembre, Marie-Monique Robin participó de una tertulia celebrada en el Hotel Nazaríes (Granada, España) con el experto en Nutrición por la Universidad de Granada Pablo Amate, en el marco de la Quincena Francesa. Antes de dicha tertulia, sostuvo una

entrevista con el diario La Opinión, de donde extraigo algunos párrafos:

Marie-Monique Robin, antes de entrar en las "perversidades" que según asegura esconde Monsanto, a la que considera "una empresa criminal por su historia y por su comportamiento", pregunta al periodista cuál es su concepto de semilla transgénico.

La respuesta es la convencional. Son semillas tratadas genéticamente para lograr optimizar su producción, es decir, que se adapten mejor al terreno, que sean más resistentes a plagas, que además reducen el impacto de la agricultura sobre el medio ambiente y todo sin riesgos para el consumo humano. Y ahí, en esa respuesta que es la que "se han encargado de que sea la verdad", está "la primera manipulación" que Robin quiere poner de manifiesto. "Todas esas ideas que se tienen sobre los transgénicos son mentira, y hay estudios rigurosos que lo que demuestran es justamente lo contrario", sentencia la periodista. Las semillas transgénicas "son más débiles, resisten menos a las sequías, a las inundaciones" y enseguida ofrece una explicación a esta afirmación. Si una planta "ha sido alterada para producir en su interior el insecticida, porque esa es una de las cualidades que tienen las plantas transgénicas, emplea parte de su energía en eso, y no en crecer. Así que luego hay que echarle fertilizantes".

Ése es el punto de partida de Robin, cuestionar las ´verdades´ que hasta ahora se han difundido de los transgénicos. Pero antes de llegar a un nombre, el de la empresa Monsanto, la autora ya había trabajado en asuntos relacionados con la biodiversidad. "Preparé unos documentales en los que abordaba la amenaza que suponen para la biodiversidad las prácticas agroindustriales, así como el uso de fertilizantes y pesticidas y entonces, a lo largo de todo el mundo, en los países que fui visitando para recoger datos sobre este asunto, siempre me daba de frente con un nombre, el de Monsanto, así como el asunto de las patentes de las semillas".

En este punto surge una de las cuestiones más llamativas. Resulta cuando menos curioso constatar que una semilla se puede patentar, como si fuera cualquier otro invento sujeto a leyes de protección intelectual. " Hasta principios de los años 80 no era posible patentar organismos vivos", asegura Robin, pero después un ingeniero que trabajaba para la General Electric manipuló una bacteria con el objetivo de descontaminar terrenos y solicitó una patente, que se la denegó. Este señor recurrió al Tribunal Supremo, y ahí se le dio la razón, con lo que se inauguró la privatización de los organismos vivos, los denominados OGM (organismos genéticamente manipulados)".


Y a partir de ese punto es cuando la empresa semillera Monsanto, que según la periodista comercializa el 90% de los alimentos transgénicos del mundo, inicia un progresivo proceso hacia el monopolio internacional en la venta de semillas transgénicas, lo que ha provocado unas "dramáticas consecuencias", según la periodista francesa. "Al estar patentadas, los agricultores no pueden conservar una parte de la cosecha para sembrarla al año siguiente, así que deben comprarlas cada año", afirma la autora. Los transgénicos en las manos de Monsanto "son un medio para apoderarse de la semilla, el primer eslabón de la cadena alimenticia, así que si eres el dueño de las semillas, dominas la alimentación del mundo, que es lo que busca Monsanto". Esta empresa, según Marie-Monique Robin, "compra empresas semilleras en todo el mundo para imponer las transgénicas patentadas".


La estrategia de Monsanto es aún más "siniestra", pues, según Robin, el 70% de las semillas que comercializa "está preparado para absorber Rondup, un poderoso insecticida también creado por Monsanto del que nunca se han realizado estudios para comprobar sus consecuencias para la salud de las plantas fumigadas" .


Los cultivos transgénicos a gran escala están provocando "terribles consecuencias" en algunos lugares como en Paraguay, donde la fumigación desde el aire sobre los campos que trabajan pequeños campesinos "provoca que mueran sus recursos". "Los campesinos se ven obligados a abandonar sus tierras y marcharse a la ciudad a vivir de la basura", asegura.


En España. En toda la Unión Europea, asegura Marie Monique Robin, el cultivo de transgénicos "está completamente prohibido", pero hay una excepción: España. "Es el único país de toda la UE donde se pueden cultivar transgénicos. Precisamente el que se cultiva aquí es un transgénico que Francia prohibió porque suscitaba recelos y dudas sobre si afectaba negativamente a la salud humana", asegura Robin. Se trata del denominado maíz BT, "del que hay 80.000 hectáreas en España". En total, los BT, según las investigaciones de la periodista francesa, representan el 30% de todos los transgénicos que se cultivan. "El resto son los modificados para resistir las fumigaciones con el insecticida Roundap, que también vende Monsanto".


A pesar de que sus investigaciones no deben agradar a Monsanto, Robin asegura que nunca ha recibido presiones por parte de esta empresa, aunque afirma que "hay investigadores que han tratado de estudiar de manera seria las consecuencias a largo plazo de los transgénicos en la salud y han acabado fuera de la universidad". El control que ejercen desde la empresa, considera Robin, es "enorme", y lo logran "mediante un hábito que se conoce con el nombre de puertas giratorias, que consiste en infiltrar a personas de su órbita en gobiernos y comités científicos".


Maire-Monique Robin no tiene fórmulas mágicas para luchar contra lo que considera ya una "epidemia", el cáncer que "en no muchos años afectará a una de cada dos personas". Los transgénicos y los pesticidas que se emplean en sus cultivos, según entiende, "pueden tener mucho que ver con eso". No obstante sí considera que hay cosas que el ciudadano de a pie puede hacer para reducir la posibilidad de contraer tumores asociados de algún modo a estos alimentos. Por un lado "exigir a los gobiernos que los prohíban y, sobre todo, adquirir hábitos saludables, comprar siempre alimentos ecológicos".


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