01 enero 2009

La Cosecha de Miedo de Monsanto

La prestigiosa revista americana Vanity Fair , en su edición de mayo 2008, publicó el informe Cosecha de Miedo de Monsanto, donde Donald L. Barlett y James B. Steel presentan una investigación sobre los métodos que utiliza la transnacional de las semillas genéticamente modificadas (trasgénicas), Monsanto, para "presionar" a los agricultores y cooperativas de agricultores de las zonas rurales de los Estados Unidos a usar y/o pagar por dichas semillas. Poco les importa si fueron cultivados por los agricultores, o que las semillas transgénicas hayan sido mezclados por los comerciantes de semillas, o simplemente llevadas por el viento o depositadas por las aves; basta que detecten a una de sus plantas transgénicas para enviar a sus "policias de las semillas" y todo un contingente de "oscuros" investigadores para fotografiarlos, filmarlos y tratar de meterse en sus PCs.

Estas métodos intimidatorias de seguimiento y espionaje tecnológico no quedan ahí, se despliega toda una serie de argucias legales, amparados sobre el poder económico de Monsanto, para conseguir acuerdos extrajudiciales donde los agricultores terminan cediendo a la "presión" debido a que no tienen tiempo ni dinero para seguir voluminosos juicios.

El título del informe alude a la película Harvest of Fear donde ocurre una serie de extraños asesinatos de colegiales en la Fiesta Anual de la Cosecha, de igual forma Monsanto tiene un pasado de miedo que no puede ser soslayado por las autoridades peruanas antes de aprobar leyes que permitan el ingreso de los transgénicos. La historia define la vida de una persona, un pueblo o toda una especie en evolución.

La investigación muestra como, en el corazón de los Estados Unidos de América, Monsanto está librando más de una batalla legal y política para que ningún producto pueda colocar en sus etiquetas que el suyo no contiene aquellas sustancias que definen la propiedad de producto genéticamente modificado o transgénico. El caso de Monsanto es particular porque domina el 90% de la producción mundial de transgénicos, no se puede legislar sin este contexto. La realidad indica que esta transnacional tiene tal poder económico que en sus filas han laborado personas que luego o antes habían laborado en instituciones que debieron dar los pases, conformidades y permisos respectivos a los productos transgénicos.

En el caso de Perú, debemos estar muy alertas porque, a la luz de los métodos y tácticas ëmpresariales" usadas por el poder económico de Monsanto, quién nos asegura que en estos momentos no se estén "comprando" conciencias. Al igual que muchos países latinoamericanos, el nuestro tiene un punto débil en la corrupción de funcionarios públicos. No debemos ser ingenuos, la historia nos reclama no caer en los mismos errores del pasado.

Por considerar importante la divulgación de esta investigación, me tomé el trabajo de traducirlo completamente al español:


Fuente: http://www.vanityfair.com/politics/features/2008/05/monsanto200805?


Cosecha de Miedo de Monsanto

Monsanto ya domina la cadena alimentaria de los Estados Unidos de América (Estados Unidos) con sus semillas genéticamente modificadas. Ahora se ha centrado en la producción de leche. Sus despiadadas tácticas de batallas legales en contra de los pequeños agricultores son tan aterradoras como su larga historia de décadas de contaminación tóxica.

Por DONALD L. BARLETT y JAMES B. STEELE Mayo 2008

No gracias: Un círculo de cultivos anti-Monsanto hecho por
agricultores y voluntarios en Filipinas.
Por Melvyn Calderon/Greenpeace HO/A.P. Imagenes.


Gary Rinehart recuerda claramente el día en el verano del 2002, cuando el extraño entró y lanzó su amenaza. Estaba detrás del mostrador del Square Deal, su "viejo almacén de campo", como él lo llama, en la despintada plaza de la ciudad de Eagleville, una pequeña comunidad agrícola 100 millas al norte de Kansas City.

El Square Deal es parte de Eagleville, un lugar donde los agricultores y los pobladores pueden ir por linternas, tarjetas de felicitación, equipos de caza, helados, aspirinas, y docenas de otros pequeños objetos sin tener que conducir hasta un gran centro comercial en la ciudad de Bethany, la sede del condado, a 15 millas de la carretera interestatal 35.

Todo el mundo conoce a Rinehart, quien nació y se crió en la zona y, es uno de los pocos comerciantes que sobreviven en Eagleville. El extraño se acercó al mostrador y preguntó por su nombre.

"Bien, soy yo", dijo Rinehart

Tal como Rinehart recuerda, el hombre comenzó a atacarlo verbalmente, diciendo que tenía pruebas de que Rinehart había plantado soja genéticamente modificada de Monsanto violando la patente de la compañía. También le dijo que era mejor confesar y negociar con Monsanto, o enfrentar las consecuencias.

Rinehart estaba incrédulo, escuchando esas palabras al igual que sus confundidos clientes y empleados quienes observaban el hecho. Al igual que muchos otros en las zonas rurales de los Estados Unidos, Rinehart sabía de la feroz reputación de Monsanto para hacer cumplir sus patentes y demandar a cualquiera que supuestamente las violara. Pero Rinehart no era un agricultor. No era un comerciante de semillas. No había plantado ni vendido semillas. Era dueño pequeña -realmente pequeña- tienda en un pueblo de 350 personas. Estaba furioso de que alguien entrase en su negocio y lo avergonzase delante de todos. "Me hizo quedar mal a mí y a mi negocio", dice. Rinehart le dijo al intruso, "Tienes al hombre equivocado".

Cuando el extraño persistió, Rinehart le mostró la puerta. Mientras salía, el hombre seguía amenazándolo. Rinehart dice que no recuerda las palabras exactas, pero fueron algo como "Monsanto es grande. Usted no puede ganar. Le haremos pagar".

Escenas como ésta ocurren todos los días en muchas zonas rurales de Estados Unidos; Monsanto persigue a agricultores, cooperativas de agricultores, comerciantes de semillas -cualquier persona que sea sospechosa de haber infringido sus patentes de semillas genéticamente modificadas. Tal como revelan las entrevistas y documentos judiciales, Monsanto se apoya en un oscuro ejército de investigadores privados y agentes en el centro de los Estados Unidos para infundir miedo a las zonas rurales del país. Estos agentes se desplazan por los campos y ciudades agrícolas donde, secretamente, filman y fotografían a agricultores, propietarios de tiendas, y cooperativistas; se infiltran en reuniones de la comunidad, y acopian información de informantes acerca de las actividades agrícolas. Los agricultores dicen que algunos agentes de Monsanto se hacen pasar por encuestadores. Otros se enfrentan los agricultores en sus tierras y tratan de presionarlos para que firmen documentos dando a Monsanto el acceso a sus registros privados. Los agricultores los llaman "La policía de las semillas" y utilizan palabras tales como "Gestapo" y "Mafia" para describir sus tácticas.

Cuando se le preguntó acerca de estas prácticas, Monsanto se negó a comentar específicamente, sólo se limitó a decir que la companía estaba simplemente protegiendo sus patentes. “Monsanto gasta más de $2 millones al día en la investigación para identificar, probar, desarrollar y llevar al mercado nuevas e innovadores semillas y tecnologías que beneficien a los agricultores”, escribió Darren Wallis, portavoz de Monsanto, en un correo electrónico enviado a Vanity Fair. "Una herramienta para proteger esta inversión es patentar nuestros descubrimientos y, si es necesario, defender legalmente estas patentes contra aquellos que podrían decidir violarlos". Wallis dijo que, mientra la gran mayoría de los agricultores y comerciantes de semillas siguen los acuerdos de licencia, “una pequeña fracción” no lo hace, y que Monsanto está obligado a hacer valer sus derechos de patente sobre quienes “pretenden cosechar los beneficios de la tecnología sin tener que pagar por su uso”. Dijo que sólo un pequeño número de casos llega a juicio.

Algunos comparan la línea dura de Monsanto cercano a los fervientes esfuerzos de Microsoft para proteger su software de los piratas. Por lo menos con Microsoft, el comprador de un programa puede usarlo una y otra vez. Pero los agricultores quienes compran las semillas de Monsanto ni siquiera pueden hacer eso.

El control de la naturaleza

Durante siglos -milenios- los agricultores han guardado las semillas de una temporada a otra: plantaban en la primavera, cosechaban en el otoño, luego recogían y limpiaban las semillas durante el invierno para volver a plantarlas la siguiente primavera. Monsanto ha provocado que esta antigua práctica desapareciese.

Monsanto desarrolló semillas genéticamente modificadas que pueden resistir a su propio herbicida, Roundup, ofreciendo a los agricultores una forma conveniente de fumigar sus campos matando la maleza sin afectar los cultivos. Luego, Monsanto patentó las semillas. Durante casi toda su historia, la oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos había rehusado conceder patentes sobre las semillas, considerándolas como formas de vida con demasiadas variables para ser patentadas. "No es como describir un aparato", dice Joseph Mendelson III, el director legal del Centro de Seguridad Alimentaria, quien ha seguido durante años las actividades de Monsanto en las zonas rurales de los Estados Unidos.

Definitivamente, no. Sin embargo en 1980 la Corte Suprema de los Estados Unidos, en una votación de 5 a 4, aceptó que las semillas se patentasen como aparatos, ampliando la base para que un puñado de corporaciones empiecen a tomar control de la oferta mundial de alimentos. En su decisión, la Corte extendió el derecho de patentes para abarcar a " microorganismos vivientes creados por el hombre". En este caso, el organismo ni siquiera fue una semilla. Mejor dicho, era una Pseudomonas bacteria desarrollada por un científico de General Electric para limpiar derrames de petróleo. Pero el precedente quedó establecido, y Monsanto tomó ventaja de ello. Desde la década de 1980, Monsanto se ha convertido en el líder mundial en semillas modificadas genéticamente y ha obtenido 674 patentes de biotecnología, más que cualquier otra compañía, de acuerdo con los datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos.

Los agricultores quienes compran las semillas Roundup Ready, patentadas por Monsanto, están obligados a firmar un acuerdo prometiendo no guardar las semillas producidas después de cada cosecha para volver a plantarlas, o vender las semillas a otros agricultores. Esto significa que los agricultores deben comprar semillas nuevas cada año. Esto incrementó las ventas, y junto al combo de ventas de su desmalezador Roundup, han significado una bonanza para Monsanto.

Este cambio radical de años de práctica ha creado confusión en las granjas del país. Algunos agricultores no comprenden muy bien por qué no se permite guardar las semillas de Monsanto para la siembra del próximo año. Otros lo saben pero ignoran la estipulación porque no comprenden por qué se debe desperdiciar un producto perfectamente utilizable. Otros dicen que no utilizan semillas genéticamente modificadas de Monsanto, pero las semillas han sido llevadas a sus campos por el viento o depositadas por las aves. Ciertamente, es fácil que las semillas genéticamente modificadas se mezclen con las variedades tradicionales cuando las semillas son limpiadas por los comerciantes para volver a plantarlas. Las semillas son idénticas; sólo un análisis de laboratorio puede mostrar la diferencia. Incluso si un agricultor no compra semillas modificadas genéticamente y no las desea en su tierra, es cosa segura que recibirá una visita de los policías de las semillas de Monsanto si descubren que en sus tierras han crecido dichas semillas.

La mayoría de los norteamericanos conoce a Monsanto porque vende productos para sus jardines -el ominipresente limpiador de maleza Roundup. Pero no saben que esta companía ahora influye profundamente -y algún día puede controlar virtualmente- sobre lo que llevamos a nuestra mesa. Durante la mayor parte de su historia, Monsanto fue un gigante de la industria química, produciendo algunas de las sustancias más tóxicas jamás creadas, generando residuos que les ha dejado algunos de los lugares más contaminados de la Tierra. Sin embargo, durante la última década, la compañía ha tratado de borrar su pasado de polución, transformándose en algo muy diferente y de gran alcance -una "companía agrícola" dedica a hacer del mundo "un mejor lugar para las futuras generaciones". Aún así, más de un Web log afirma ver semejanzas entre Monsanto y la compañía ficticia "U-North" en la película Michael Clayton, un gigante de la agroindustria demandados por varios billones de dólares por vender un herbicida que causa cáncer.

Monsanto lanzó falsas acusaciones contra Gary Rinehart
-aquí en la foto, en su tienda de la rural Missouri. No hubo disculpas.
Fotografía por Kurt Markus.


Las semillas modificadas genéticamente de Monsanto han transformado la compañía y están alterando radicalmente la agricultura mundial. Hasta ahora, la companía ha producido semillas genéticamente modificadas de soja, maíz, canola, y algodón. Muchos más productos se han desarrollado o están en fase de preparación, incluyendo las semillas de remolacha de azúcar y alfalfa. La compañía también está tratando de ampliar su alcance en la producción de la leche mediante la comercialización de una hormona de crecimiento para las vacas que aumenta su producción, y está tomando pasos agresivos para poner, a quienes no deseen utilizar la hormona de crecimiento, en una desventaja comercial.

Así como la companía está impulsando su agenda de productos modificados genéticamente, Monsanto también está comprando las companías de semillas convencionales. En 2005, Monsanto pagó $1.4 billones por Seminis, la cual controlaba el 40 por ciento del mercado de los Estados Unidos para la lechuga, tomates y, otras semillas de hortalizas y frutas. Dos semanas más tarde anunció la adquisición de la tercera mayor empresa de algodón del país, Emergent Genetics, por $300 millones. Se estima que las semillas de Monsanto representan en la actualidad el 90 por ciento de la producción de soja de los Estados Unidos, los cuales son usados en productos alimenticios elevando así la cuenta. Las adquisiciones de Monsanto han impulsado su crecimiento explosivo, transformando a la corporación de St. Louis en la compañía de semillas más grande del mundo.

En Irak, el trabajo preliminar ha estado orientado a proteger las patentes de Monsanto y otras compañías de semillas genéticamente modificadas. Uno de los últimos actos de Paul Bremer como jefe de la Autoridad Provisional de la Coalición fue una orden estipulando que "los agricultores tienen prohibido la reutilización de las semillas de variedades protegidas". Monsanto ha dicho que no tiene interés en hacer negocios en Irak, pero en caso de que la compañía cambie de opinión, la ley al estilo americano está en el lugar.

Para estar seguros, más y más corporaciones agrícolas, así como agricultores individuales están utilizando semillas genéticamente modificadas de Monsanto. En 1980, no existían los cultivos modificados genéticamente en los Estados Unidos. En el 2007, se plantaron 142 millones de acres en total. En todo el mundo, la cifra fue de 282 millones de acres. Muchos agricultores creen que las semillas modificadas genéticamente aumentan el rendimiento de los cultivos y les hace ahorrar dinero. Otra razón para su atractivo es la conveniencia. Por usar semillas de soja Roundup Ready, un agricultor puede gastar menos tiempo atendiendo a sus campos. Con las semillas de Monsanto, un agricultor siembra, más tarde se fumiga con Roundup para terminar con las malezas. Esto reemplaza el trabajo intensivo que requiere el control de la maleza y el arado.

Monsanto describe su enfoque en las semillas genéticamente modificadas como un salto gigante para la humanidad. Pero fuera de los Estados Unidos, las tácticas del -todo vale- de Monsanto lo han hecho temido y odiado. Les guste o no, los agricultores dicen que ellos han elegido poco a poco en comprar semillas.

Y el control de las semillas no es una abstracción. Quien provea las semillas al mundo controlará el abastecimiento mundial de alimentos.

Bajo Vigilancia

Después de que el investigador de Monsanto se enfrentase con Gary Rinehart, Monsanto presentó una demanda federal alegando que Rinehart “con conocimiento de causa, a propósito e intencionalmente" plantó semillas "en violación de los derechos de patente de Monsanto”. La compañía hizo la denuncia para que sonase como si Rinehart había matado esos derechos.

Durante la temporada de cultivo del 2002, el investigador Jeffery Moore, a través de la vigilancia de las operaciones y métodos de labranza de la granja de Mr. Rinehart, observó al demandado llevando al campo una bolsa marrón de sojas, las cuales subía a una sembradora y plantaba. Mr. Moore localizó dos bolsas vacías en una acequia al lado derecho del camino de los campos plantados por Rinehart, las cuales contenían algunas semillas. Mr. Moore recogió una pequeña cantidad de sojas que quedaban en la bolsa y que el demandado ha lanzado a su tierra ocupada. Estas muestras tomadas dieron positivo por la tecnología Roundup Ready de Monsanto.

Enfrentado con el juicio federal, Rinehart tuvo que contratar un abogado. Monsanto finalmente se dio cuenta de que "el investigador Jeffery Moore" había apuntado al hombre equivocado, y retiró la demanda. Más tarde, Rinehart se enteró de que la empresa había investigado secretamente a los agricultores de su zona. Rinehart nunca ha escuchado de Monsanto nuevamente: ninguna carta de disculpa, ninguna admisión pública de que la empresa había cometido un terrible error, ni le ofrecieron pagar los honorarios del abogado. "No sé cómo logran salirse con la suya", dice. "Si yo hubiese tratado de hacer algo similar, seguro hubiese habido malas noticias. Me sentí como si estuviese en otro país. "

Gary Rinehart es, en realidad, uno de los objetivos de Monsanto con mayor suerte. Desde la introducción comercial de sus semillas modificadas orgánicamente en 1996, Monsanto ha emprendido miles de investigaciones y ha presentado demandas judiciales contra cientos de agricultores y comerciantes de semillas. En un informe de 2007, el Centro de Seguridad Alimentaria, en Washington D.C., documentó 112 demandas en 27 estados.

Aún más significativo, en opinión del Centro de Seguridad Alimentaria, es el número de agricultores quienes llegaron a un acuerdo porque no tenían el dinero o tiempo de litigar contra Monsanto. "El número de casos registrados es sólo la punta del iceberg", dice Bill Freese, analista científico-político del Centro. Freese dice que se ha informado de muchos casos en que los investigadores de Monsanto se han presentado en la casa del agricultor o se han enfrentado con él en sus terrenos, reclamando por haber violado los acuerdos tecnológicos y demandando ver sus registros. De acuerdo con Freese, los investigadores dirán: "Monsanto conoce que usted esta guardando semillas Roundup Ready, y si no firma esta información -léase formularios, Monsanto vendrá luego y tomará su campo o tomaremos todo lo que usted tenga de valor". Los investigadores enseñarán, algunas veces, la foto del propio agricultor saliendo de una tienda, para dejarle saber que está siendo vigilado.

Los abogados, quienes han representado a los agricultores demandados por Monsanto, afirman que las acciones intimidatorios de empresas como ésta son moneda corriente. La mayoría se rinde y paga a Monsanto cierta cantidad de dinero por daños y perjuicios; los pocos que resisten se enfrentan contra toda la fuerza jurídica de Monsanto.

Tácticas de tierra arrasada

Pilot Grove, Missouri, 750 habitantes, asentado sobre ondulantes tierras de labranza de cultivo a 150 millas al oeste de St. Louis. La ciudad tiene una tienda de comestibles, un banco, un bar, un hogar de ancianos, una sala de funeral, y algunas otras pequeñas empresas. No hay semáforos, pero la ciudad no los necesita. El poco tráfico proviene de los camiones en su camino hacia y desde el elevador de cangilones para cereales en el borde de la ciudad. El elevador es propiedad de una cooperativa local, el Pilot Grove Cooperative Elevator, que compra la soja y el maíz de los agricultores en el otoño y, luego los buques sacan el grano durante el invierno. La cooperativa tiene siete empleados a tiempo completo y cuatro computadoras.

En el otoño de 2006, Monsanto entrenó sus armas legales en Pilot Grove; desde entonces, sus agricultores se han visto involucrados en una costosa y perturbadora batalla legal contra un oponente con recursos ilimitados. Ni Pilot Grove ni Monsanto discutirán el caso, pero es posible reconstruir gran parte de la historia a partir de los documentos presentados como parte del litigio.

Monsanto comenzó a investigar a los agricultores de soja, alrededor de Pilote Grove, hace varios años. No hay ningún indicio acerca de qué desencadenó la investigación, pero Monsanto investiga periódicamente a los agricultores en las regiones de crecimiento de soja, como ésta en el centro de Missouri. La empresa cuenta con un personal dedicado a hacer cumplir las patentes y litigar contra los agricultores. Para reunir pistas, la empresa mantiene unas 800 personas y alienta a los agricultores a informar sobre otros agricultores que ellos piensen pueden estar incurriendo en "piratería de semillas".

Una vez que Pilot Grove fue señalado como objetivo, Monsanto envió investigadores privados a la zona. Durante varios meses, los investigadores de Monsanto subrepticiamente hicieron un seguimiento de los empleados y clientes de la cooperativa, los filmaron en los campos y haciendo otras actividades. Según documentos judiciales, se hicieron al menos 17 vídeos de este tipo de vigilancia. El trabajo de investigación fue subcontratada a una agencia de St. Louis, McDowell & Associates. Se trataba de un investigador que McDowell erróneamente señaló a Gary Rinehart. En Pilot Grove, al menos 11 investigadores de McDowell han trabajado el caso, y Monsanto no deja dudas acerca del alcance de este esfuerzo: "La vigilancia se llevó a cabo durante todo el año por diversos investigadores en el campo", según documentos judiciales. McDowell, como Monsanto, no comentará sobre el caso.

No mucho tiempo después, los investigadores se presentaron en Pilot Grove, Monsanto reportó las grabaciones de la cooperativa relativo a las compra de semillas y herbicidas, así como las operaciones de limpieza de semillas. La cooperativa proporcionó más de 800 páginas de documentos relativos a docenas de agricultores. Monsanto demandó a dos agricultores y negoció acuerdos con más de otros 25 acusados de piratería de semillas. Pero la amenaza legal de Monsanto recién había comenzado. A pesar de que la cooperativa había proporcionado documentos voluminosos, Monsanto la demandó en la corte federal por infracción de patente. Monsanto sostuvo que para limpiar las semillas -un servicio que había proporcionado durante décadas-, la cooperativa indujo a los agricultores a violar las patentes de Monsanto. En efecto, Monsanto quería que la cooperativa vigile a sus propios clientes.

En la mayoría de los casos en que Monsanto demanda, o amenaza con demandar, los agricultores resuelven extrajudicialmente antes de ir a juicio. El costo y estrés de litigar contra una corporación global son demasiado grandes. Pero Pilot Grove no se rindió -y desde entonces, Monsanto ha estado incrementando el fuego. Cuanto más ha resistido la Cooperativa, Monsanto ha destinado para el tema más capacidad de ataque legal. Steven H. Schwartz, abogado de Pilot Grove, describió a Monsanto, en la presentación de un tribunal, como una empresa que persigue una "táctica de tierra arrasada", decidido a "tratar de empujar a la Cooperativa hasta tirarla al suelo".

Incluso después que Pilot Grove entregó otras miles de páginas de registros de ventas que se remonta cinco años, y que abarcan prácticamente todos y cada uno de sus clientes agricultores, Monsanto quería más -el derecho a inspeccionar los discos duros de la Cooperativa. Cuando la Cooperativa ofreció proporcionar una versión electrónica de los registros, Monsanto exigió tener acceso a los computadores in-house de Pilot Grove.

La siguiente demanda punitiva de Monsanto fue por potenciales daños y perjuicios -el triple de la cantidad que Pilot Grove pudo haber tenido que que pagar si se le hubiese declarado culpable. Después que un juez denegó esa petición, Monsanto amplió el alcance de la investigación previa al juicio para tratar de cuadruplicar el número de pliegos. El abogado de Pilot Grove dijo en una presentación judicial: "Monsanto está haciendo todo lo posible para que este caso sea tan caro para defender que la Cooperativa no tenga más remedio que ceder".

Con Piloto Grove aún esperando el juicio, Monsanto ahora solicita los registros de los más de 100 clientes de la Cooperativa. En una citación, se ordena a los agricultores a reunir hasta cinco años de facturas, recibos, y todos los demás documentos relativos a sus compras de soja y herbicidas, y entregar la documentación en una firma de abogados en St. Louis . Monsanto les dio dos semanas para cumplir.

Está por verse si Pilot Grove puede seguir librando su batalla legal. Sea cual fuese el resultado, el caso muestra por qué Monsanto es tan detestada en las granjas del país, incluso por aquellos que compran sus productos. "No sé de ninguna empresa que opta por demandar a su propia base de clientes", dice Joseph Mendelson, del Centro para la Seguridad Alimentaria. "Es una muy extraña estrategia de negocios." Pero es así como Monsanto se sale con la suya, incrementando cada vez más su presencia de proveedor predominante en la ciudad.

¿Productos químicos? ¿Qué productos químicos?

La compañía Monsanto nunca ha sido uno de las corporaciones más amigables de los Estados Unidos. Habida cuenta de la actual posición dominante de Monsanto en el campo de la bioingeniería, vale la pena mirar en el propio ADN de la compañía. El futuro de la compañía puede estar en las semillas, pero las semillas de la compañía están en los productos químicos. Comunidades de todo el mundo están todavía cosechando las consecuencias ambientales de los orígenes de Monsanto.

Monsanto fue fundada en 1901 por John Francis Queeny, un duro irlandés fumador de puros con sexto grado de educación. Queeny, agente de compras de una empresa mayorista de fármacos, tuvo una idea. Pero, al igual que muchos de los empleados con ideas, encontró que su jefe no le escuchaba. Así que inició negocios por sí mismo como un trabajo extra. Queeny estaba convencido de que no había dinero para fabricar una sustancia llamada sacarina, un edulcorante artificial que entonces se importaba de Alemania. Tomó $1,500 de sus ahorros, se prestó otros $3,500, y estableció una tienda en un lúgebre almacén cerca de la costa de St Louis. Con equipo prestado y máquinas de segunda mano, comenzó la producción de sacarina para el mercado de los Estados Unidos. Él la llamó Monsanto Chemical Works, Monsanto era el nombre de soltera de su esposa.

El cártel alemán que controlaba el mercado de la sacarina no estaba contento, así que redujo el precio de $4,50 a $1 la libra para forzar salir del negocio a Queeny. La joven compañía se enfrentaba a otros desafíos. Surgieron preguntas acerca de la seguridad de la sacarina, y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos incluso trató de prohibirlo. Afortunadamente para Queeny, él no se mostraba tan agresivo y litigioso contra sus oponentes como el Mosanto de hoy día. Su persistencia y la lealtad de un cliente constante, mantuvo a flote a la empresa. Este cliente constante era una nueva compañía de Georgia llamada Coca Cola.

Monsanto añadió más y más productos -vainilla, cafeína y los medicamentos utilizados como sedantes y laxantes. En 1917, Monsanto comenzó a hacer la aspirina, y pronto se convirtió en el mayor fabricante en todo el mundo. Durante la Primera Guerra Mundial, aislado de los productos químicos importados de Europa, Monsanto se vio obligado a fabricar los suyos propios, y aseguró su posición como una fuerza líder en la industria química.

Después que Queeny fue diagnosticado con cáncer, a fines de 1920, su único hijo, Edgar, se convirtió en presidente. Ahí, donde el padre había sido un clásico empresario, Edgar Monsanto Queeny fue constructor de un imperio con una gran visión. Así era Edgar-sagaz, audaz, e intuitivo (su secretaria dijo alguna vez "Él puede ver en torno a la próxima esquina") -quien convirtió a Monsanto en una poderosa empresa global. Bajo la batuta de Edgar Queeny y sus sucesores, Monsanto extendió su alcance a un fenomenal número de productos: plásticos, resinas, productos de caucho, aditivos de combustible, cafeína artificial, fluidos industriales, revestimiento vinílico, detergente para lavavajillas, anti-congelante, fertilizantes, herbicidas, plaguicidas. Su cristal de seguridad protege la Constitución de los Estados Unidos y la Mona Lisa. Sus fibras sintéticas son las bases de Astroturf.

Durante los años 70, la compañía orientó más y más recursos a la biotecnología. En 1981 creó un grupo de biología molecular para la investigación de la genética vegetal. Al año siguiente, los científicos de Monsanto se encontraron con oro: se convirtió en la primera en modificar genéticamente una célula vegetal. "Ahora será posible introducir prácticamente cualquier gen en las células de las plantas con el objetivo final de mejorar la productividad de los cultivos", dijo Ernest Jaworski, director del Programa de Ciencias Biológicas de Monsanto.

En los años siguientes, los científicos que trabajaban principalmente en la nueva gran compañía Life Sciences Reserch Center, 25 millas al oeste de St. Louis, desarrollaron un producto genéticamente modificado después de otro -algodón, soja, maíz, canola. Desde el comienzo, las semillas genéticamente modificadas fueron controversiales para el público, así como con algunos agricultores y consumidores europeos. Monsanto ha tratado de retratar las semillas genéticamente modificadas como una panacea, una manera de aliviar la pobreza y alimentar a los hambrientos. Robert Shapiro, el presidente de Monsanto durante la década de 1990, una vez llamó a las semillas genéticamente modificadas: "la más exitosa introducción de tecnología en la historia de la agricultura, incluyendo el arado".

A fines del decenio de 1990, Monsanto, que se había renombrado como una compañía de las "ciencias de la vida", se independizó de sus operaciones de fibra y químicos para crear nueva empresa llamada Solutia. Después de una reorganización adicional, Monsanto fue reincorporado en 2002 y oficialmente se declaró una "compañía agrícola".

En la literatura de su compañía, ahora Monsanto se refiere a sí misma, falsamente, como una "compañía relativamente nueva", cuyo objetivo principal es ayudar a "los agricultores de todo el mundo en su misión de alimentar, vestir, y aditivar" un planeta en crecimiento. En su lista de hitos corporativos, casi todos son de reciente época. En cuanto a la historia reciente de la compañía, desde las décadas en que se convirtió en una potencia industrial hasta ahora, se le responsabiliza como el potencial responsable de más de 50 sitios de la Environmental Protection Agency Superfund -ninguno de ellos es mencionado. Es como si el original Monsanto, la compañía que desde hace tiempo tiene la palabra "químicos" como parte de su nombre, nunca existió. Una de las ventajas de hacer esto, ya que la empresa no lo señala, era canalizar la mayor parte de la creciente acumulación de demandas químicas y pasivos en Solutia, manteniendo puro la marca Monsanto.

Pero el pasado de Monsanto, especialmente su legado medioambiental, está muy presente entre nosotros. Durante muchos años, Monsanto produjo dos de las sustancias más tóxicas jamás conocidas-bifenilos policlorados, mejor conocidos como los PCB y las dioxinas. Monsanto ya no los produce más, pero los lugares donde los hizo todavía están luchando con las secuelas, y probablemente siempre lo estarán.

"Intoxicación sistémica"

West Virginia, doce millas río abajo de Charleston, es la ciudad de Nitro donde Monsanto operaba una fábrica de productos químicos desde 1929 hasta 1995. En 1948 la planta comenzó a fabricar un potente herbicida conocido como 2,4,5-T, llamado "error de malas hierbas" por los trabajadores. Un subproducto del proceso fue la creación de un producto químico que luego sería conocido como la dioxina.

El nombre de dioxinas se refiere a un grupo de productos químicos altamente tóxicos que se han vinculado a las enfermedades del corazón, enfermedades del hígado, trastornos de la reproducción humana, y los problemas del desarrollo. Incluso en pequeñas cantidades, las dioxinas persisten en el medio ambiente y se acumula en el cuerpo. En 1997, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, una rama de la Organización Mundial de la Salud, clasificó a la más poderosa forma de dioxina como sustancia que causa cáncer en los seres humanos. En el 2001, el gobierno de los Estados Unidos la colocó en la lista de sustancias químicas como un "cancerígeno humano conocido".

El 8 de marzo de 1949, una enorme explosión sacudió la planta de Nitro de Monsanto cuando una válvula de presión explotó en un recipiente de cocción hasta un lote de herbicida. El ruido de la liberación fue tan fuerte que se ahogó el silbato de vapor de emergencia por cinco minutos. Un penacho de vapor y humo blanco se dispersó a través de la planta y afuera sobre la ciudad. Residuos de la explosión recubrían el interior del edificio y todo lo de adentro con lo que los trabajadores describieron como "un fino polvo negro". Muchos sintieron picazón en su piel y se les dijo que se refrieguen a fondo.

A los pocos días, los trabajadores experimentaron erupciones de piel. Pronto, muchos de ellos fueron diagnosticados con cloracné, una condición similar al acné común, pero más grave, más duradera y, potencialmente, la desfiguración. Otros sintieron intensos dolores en sus piernas, el pecho, y el tronco. Un informe médico confidencial, de ese momento, dijo que la explosión "causó una intoxicación sistémica en los trabajadores que involucró la mayoría de los principales órganos y sistemas." Los médicos que examinaron a cuatro de los hombres más gravemente heridos detectaron un fuerte olor procedente de ellos cuando estaban todos juntos en una habitación cerrada. "Creemos que estos hombres están excretando un químico extraño a través de su piel", señalo el informe confidencial de Monsanto. Los registros de Tribunal indican que 226 trabajadores de la planta se enfermaron.

Según los documentos judiciales que han salido a la superficie en un caso del tribunal de West Virginia, Monsanto minimizó el impacto, indicando que el contaminante que afecta a los trabajadores era "bastante lento al actuar" y causó "sólo una irritación de la piel".

En el interín, la planta de Nitro continuó produciendo los herbicidas, productos de caucho y otros productos químicos. En los años 60, la fábrica producía el Agente Naranja, el poderoso herbicida que los militares de Estados Unidos habían usado para deforestar las selvas durante la guerra de Vietnam, y que más tarde fuese el centro de atención de demandas de los veteranos alegando que habían sido perjudicados por la exposición. Al igual que los viejos herbicidas de Monsanto, la fabricación del Agente Naranja creaba dioxinas como un subproducto.

En cuanto a los residuos de la planta de Nitro, algunas fueron quemados en incineradores, algunos los tiraron en los vertederos o desagües pluviales, algunos los dejaron correr en los arroyos. Stuart Calwell, un abogado que ha representado a los trabajadores y residentes en Nitro, expuso, "la dioxina fuese donde el producto fuese, al alcantarillado, enviadas en bolsas, o quemados sus residuos, terminaron en el aire".

En 1981, varios ex empleados de Nitro presentaron demandas en la Corte Federal, acusando a Monsanto de haberlos expuesto, con conocimiento de causa, a los productos químicos que les causaron problemas permanentes de salud, incluyendo el cáncer y las enfermedades del corazón. Afirmaron que Monsanto sabía que muchos productos químicos utilizados en Nitro eran potencialmente perjudiciales, pero esa información la mantuvieron lejos de ellos. En la víspera del juicio, en 1988, Monsanto acordó resolver la mayoría de los casos, haciendo un único pago global de $1,5 millones. Monsanto también accedió a renunciar al cobro de su reclamo de $305,000 en costas judiciales a seis trabajadores retirados de Monsanto quienes lo habían acusado sin éxito, en otro pleito, de haberlos expuesto imprudentemente a la dioxina. Monsanto tenía derecho a embargar las casas de los jubilados para garantizar el cobro de la deuda.

Monsanto dejó de producir dioxina en Nitro en 1969, pero los productos químicos tóxicos, aún pueden ser encontrados bien lejos de la planta de Nitro. Reiterados estudios han encontrado niveles elevados de dioxina en las cercanías de ríos, arroyos, y el pescado. Los residentes han demandado tratar de encontrar los daños de Monsanto y Solutia. A principios de este año, un juez de West Virginia fusionó los juicios en una demanda colectiva. Un portavoz de Monsanto dijo, "Creemos que las acusaciones carecen de fundamento y vamos a defendernos con vigor". El juicio, sin duda, tardará años en desarrollarse. Tiempo es algo que Monsanto siempre tiene, y que los demandantes no suelen tener.

Céspedes envenenados


Quinientas millas al sur, el pueblo de Anniston, Alabama, sabe todo acerca de lo que la gente de Nitro están atravesando. Han estado allí. De hecho, usted podría decir, que están aún allí.

Desde 1929 hasta 1971, Monsanto de Anniston trabaja en producir PCBs como refrigerantes industriales y fluidos aislantes para transformadores y otros equipos eléctricos. Uno de los productos químicos maravilla del siglo 20, los PCBs fueron excepcionalmente versátiles y resistentes al fuego, y se convirtió en el centro de muchas industrias americanas, como lubricantes, fluidos hidráulicos, y selladores. Sin embargo, los PCBs son tóxicos. Los PCBs, miembro de la familia de sustancias químicas que imitan las hormonas, han sido vinculados a los daños en el hígado y en los sistemas neurológico, inmunológico, endocrino y reproductivo. La Environmental Protection Agency (E.P.A.) y la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos, ahora clasifica a los PCBs como "probables cancerígenos".

Hoy, 37 años después que ha cesado la producción de PCB en Anniston, y después de toneladas de suelos contaminados que han sido retirados para tratar de recuperar el lugar, los alrededores de la antigua planta de Monsanto sigue siendo uno de los lugares más contaminados en los Estados Unidos.

Las personas en Anniston se encuentran actualmente en grandes aprietos porque están en el camino donde Monsanto eliminó los residuos de PCB desde hace décadas. Los excesos de PCB fueron arrojados en un cercano relleno sanitario a cielo abierto o se permitió que fluyese fuera de la propiedad con el agua de lluvia. Algunos residuos fueron vertidos directamente en Snow Creek, el cual corre al costado de la planta y desemboca en un arroyo más grande, Choccolocco Creek. Los PCB también aparecieron en los derechos privados después de que la compañía invitó a los residentes de Anniston para utilizar el suelo de la planta para su césped, según The Anniston Star.

Así pues, durante décadas el pueblo de Anniston respiró aire, plantó jardines, bebió de los pozos, pescó en ríos y nadó en riachuelos contaminados con los PCB- sin saber nada sobre el peligro. No fue sino hasta la década de 1990 -20 años después de que Monsanto parase de producir PCBs en Anniston- que el problema haya tomado forma sobre la extendida conciencia del público.

Estudios realizados por las autoridades de salud, encontraron sistemáticamente niveles elevados de PCB en las casas, corrales, arroyos, campos, peces y otros animales silvestres- y en las personas. En el 2003, Monsanto y Solutia firmaron un acuerdo de conciliación con la E.P.A. para limpiar Anniston. Decenas de viviendas y pequeñas empresas fueron arrasadas, toneladas de suelo contaminado excavado y arrojado fuera, y los canales de los riachuelos limpiados de residuos tóxicos con palas. La limpieza se está llevando a cabo, y tomará años, pero algunos dudan que el trabajo sea completo- el trabajo es enorme. Para disipar el reclamo de los residentes, Monsanto también ha pagado $550 millones a 21,000 residentes de Anniston expuestos a los PCB, pero muchos de ellos siguen viviendo con PCBs en sus cuerpos. Una vez que el PCB es absorbido en los tejidos humanos, ahí permanece para siempre.

Monsanto cerró la producción de PCB en Anniston en 1971, y terminó todas sus operaciones de PCB americano en 1977. También en 1977, Monsanto cerró una planta de PCB en el País de Gales. En los últimos años, los residentes cerca de la aldea de Groesfaen, en el sur de Gales, han notado asquerosos olores que emanan de una antigua cantera fuera de la aldea. Resultó ser que , Monsanto había vertido en la cantera miles de toneladas de residuos de su planta cercana de PCB. Las autoridades británicas están luchando por decidir qué hacer con lo que ya han identificado como uno de los lugares más contaminados en Gran Bretaña.

"No hay causa para la alarma pública"


Qué conocía Monsanto -o qué debería haber conocido- sobre los peligros potenciales de los productos químicos que estaba fabricando? Hay una considerable documentación merodeando en los tribunales que registra muchas demandas indicando que Monsanto sabía mucho. Veamos sólo el ejemplo de los PCBs.

La prueba que Monsanto se negó a encarar preguntas acerca de su toxicidad es muy clara. En 1956, la compañía trató de vender a la Armada un fluido hidráulico para sus submarinos llamado Pydraul 150, que contiene PCB. Monsanto proveyó a la Armada con los resultados de la prueba para el producto. Sin embargo, la Armada decidió realizar sus propias pruebas. Luego, oficiales de la marina informaron a Monsanto que no se comprarían el producto. "Las aplicaciones de Pydraul 150 causaron la muerte de todos los conejos de la prueba" y señalaron a Monsanto un "definitivo daño al hígado", según un memo interno de Monsanto divulgado en el curso de un procedimiento judicial. "No importa cómo hemos debatido la situación", se quejó el director médico de Monsanto, Emmet R. Kelly, "era imposible cambiar el pensamiento que el Pydraul 150 era demasiado tóxico para su uso en los submarinos".

Diez años más tarde, un biólogo que dirigía estudios de Monsanto en los arroyos cerca de la planta de Anniston obtuvo rápidos resultados cuando sumergió su prueba de peces. Como se informó a Monsanto, según The Washington Post, "Los 25 peces perdieron el equilibrio y se dieron vuelta a sus lados en 10 segundos y, todos estaban muertos en 3 ½ minutos".

Jeff Kleinpeter, de Baton Rouge, fue acusado por Monsanto de hacer afirmaciones engañosas al decirle a sus clientes que sus vacas estaban libres de la hormona de crecimiento artificial bovina.

Cuando la Administración de Drogas y Alimentos (F.D.A.) reveló altos niveles de PCBs en los peces cerca de la planta de Anniston en 1970, la empresa pasó a la acción para limitar el daño P.R. Un memorandum interno titulad0 "confidencial- para su interés y destrucción" de un Paul B. Hodges, funcionario de Monsanto, examinó las medidas en curso para limitar la divulgación de la información. Uno de los elementos de la estrategia era conseguir que los funcionarios públicos que participan en la lucha contra Monsanto: "Joe Crockett, Secretario de la Comisión de Mejoramiento del Agua de Alabama, tratase de manejar el problema en silencio, sin hacer pública la información en ese momento", de acuerdo con el memo.

La información salió a pesar de los esfuerzos de Monsanto, pero la empresa pudo disminuir su impacto. El gerente de la planta de Monsanto de Anniston "convenció" a un reportero de The Anniston Star de que no había realmente nada de qué preocuparse, y un memo interno de la sede de Monsanto en St Louis resumía la historia que posteriormente apareció en el periódico: "Citando a ambos gerentes de planta y la Comisión de Mejoramiento del Agua de Alabama, el artículo enfatizaba que el problema de PCB era relativamente nuevo y, en este momento, no era motivo de alarma pública".

En verdad, hubo un enorme motivo de alarma pública. Sin embargo, el daño fue hecho por la “Original Monsanto Company,” not “Today’s Monsanto Company” (las palabras y las comillas son de Monsanto). El Monsanto de hoy dice que se puede confiar-que sus cultivos biotecnológicos son "tan sanos, nutritivos y seguros como los cultivos convencionales", y que la leche de vacas inyectadas con la hormona de crecimiento artificial es igual, y tan seguro como, la leche de cualquier otra vaca.

La Guerra de la Leche

Jeff Kleinpeter tiene mucho cuidado con sus vacas lecheras. En el invierno prende las estufas para calentar sus graneros. En el verano, los ventiladores soplan una suave brisa de frío hacia ellas, y especialmente en días calurosos, una fina niebla flota en la orilla para estabilizar el calor de Louisiana. Kleinpeter, perteneciente a una cuarta generación de agricultores en Baton Rouge, dice que la industria láctea ha ido "hasta los confines de la tierra para la comodidad de la vaca". Él dice que los visitantes se maravillan cuando afirma: "He oído a muchos decir, 'Cuando me muera, quiero regresar como una vaca de Kleinpeter'".

Monsanto quiere cambiar la forma de hacer negocios de Jeff Keinpeter y su familia. En concreto, a Monsanto no le gusta la etiqueta en los cartones de leche de los lácteos de Kleinpeter: "A partir de vacas no tratadas con rBGH". Para los consumidores, significa que la leche proviene de vacas que no consumieron la hormona artificial de crecimiento bovino, un complemento desarrollado por Monsanto que puede ser inyectado en las vacas lecheras para aumentar su producción de leche.

Nadie sabe qué efecto tiene la hormona, si las tiene, sobre la leche o las personas quienes la beben. Los estudios no han detectado ninguna diferencia en la calidad de la leche producida por las vacas que reciben rBGH, o rBST, para un determinado periodo. Sin embargo, Jeff Kleinpeter-como millones de consumidores- no quieren saber nada con el rBGH. Sea cual fuese el efecto en los seres humanos, si lo tuviese, Kleinpeter tiene la certeza que esto será perjudicial para las vacas, ya que acelera su metabolismo y aumenta las posibilidades que contraigan una dolorosa enfermedad que puede acortar su vida. Él dice que "es como poner un coche Volkswagen contra 500 corredores en Indianapolis", "tienes que acelerar a través de todo el camino, mucho antes que se vaya a quemar el pequeño motor Volkswagen".

Kleinpeter Dairy nunca ha utilizado la hormona artificial de Monsanto, y exige a las otras lecherías, a quienes compra leche, que certifiquen que ellos tampoco lo usan. En el 2005, a sugerencia de un consultor de comercialización, la lechería empezó a publicitar que su leche procede de vacas libre de rBGH, la etiqueta empezó a aparecer sobre los cartones de leche de Kleinpeter y en los documentos de la compañía, incluyendo un nuevo sitio Web de los productos de Kleinpeter donde proclama, " Nosotros tratamos a nuestros vacas con amor ... no con rBGH ".
La venta de los productos lácteos se dispararon. Para Kleinpeter, eso fue simplemente una manera de dar a los consumidores más información acerca de su producto.

Pero ofreciendo a los consumidores dicha información, ha despertado la ira de Monsanto. La empresa sostiene que la publicidad por Kleinpeter y otras lecherías tratan de vender su leche "sin rBGH" reflejando lo negativo en el producto de Monsanto. En una carta dirigida a la Comisión Federal de Comercio en febrero de 2007, Monsanto dice que, a pesar de la abrumadora evidencia de que no hay diferencia en la leche de vacas tratadas con su producto "los procesadores de leche persisten en reclamar en sus etiquetas y en la publicidad que el uso rBST de alguna manera es perjudicial, ya sea para las vacas o para las personas quienes consumen leche vacas que han sido alimentadas con el complemento rBST".

Monsanto pidió a la comisión investigar a lo que llamó la "publicidad engañosa y las prácticas de etiquetado" de los procesadores de leche como Kleinpeter, acusándoles de inducir a error a los consumidores "por proclamar falsamente que hay riesgos de salud y seguridad relacionados con la leche del complemento para vacas rBST. " Como se ha constatado, Kleinpeter no hace ninguna de dichas afirmaciones -simplemente expone que su leche proviene de vacas no inyectadas con rBGH.

El intento de Monsanto de obtener que la Comisión Federal de Comercio obligue a las lecherías a que cambien su publicidad era sólo un paso más en los esfuerzos de la corporación por ampliar su alcance en la agricultura. Después de años de debate científico y controversia pública, en 1993, la F.D.A. aprobó el uso comercial de rBST, basando su decisión en parte sobre los estudios presentados por Monsanto. Esa decisión permitió a la compañía marketear la hormona artificial. El efecto de la hormona es aumentar la producción de leche, no es exactamente algo que la nación necesitase por entonces o necesite ahora. Los Estados Unidos estuvieron realmente inundado en leche, con el gobierno comprando los excedentes para evitar un colapso en los precios.

Monsanto comenzó a vender el complemento en 1994 bajo el nombre de Posilac. Monsanto reconoce que los posibles efectos secundarios del rBST para las vacas incluye la cojera, los trastornos del útero, el aumento de la temperatura del cuerpo, problemas digestivos, y dificultades en el parto. Informes de medicamentos veterinarios dan cuenta que "las vacas inyectadas con Posilac se encuentran en un mayor riesgo de mastitis", una infección de la ubre en la que las bacterias y pus pueden ser producidos en grandes cantidades con la leche. ¿Cuál es el efecto sobre los seres humanos? La F.D.A. ha dicho sistemáticamente que la leche producida por las vacas que reciben rBGH es la misma que la leche procedente de vacas que no son inyectadas: "El público puede estar seguro de que la leche y la carne de las vacas tratadas con BST es seguro para consumir." Sin embargo, algunos científicos están preocupados por la falta de estudios a largo plazo para poner a prueba el impacto del aditivo, especialmente en los niños. Un genetista de Wisconsin, William von Meyer, señaló que cuando el rBGH se aprobó, el estudio más largo en el que se basó la aprobación de la F.D.A., cubría sólo un test de laboratorio de 90 días con animales pequeños. "Pero la gente bebe leche para toda la vida", dijo. Canadá y la Unión Europea nunca han aprobado la venta comercial de la hormona artificial. Hoy en día, casi 15 años después que la F.D.A. aprobase el rBGH, no se han realizado estudios de largo plazo "para determinar la seguridad de la leche de las vacas que reciben la hormona artificial de crecimiento", según Michael Hansen, senior del staff de científicos de la Unión de Consumidores. No sólo no ha habido estudios, añade, sino que la data existente proviene de Monsanto. "No hay consenso científico acerca de la seguridad", dice.

Sin embargo la aprobación de la F.D.A. se produjo, Monsanto ha estado durante mucho tiempo conectado con Washington. Michael R. Taylor fue un abogado del staff y asistente ejecutivo de la comisión de la F.D.A. antes de incorporarse a una firma de abogados en Washington en 1981, donde trabajó para conseguir la aprobación, por parte de la F.D.A., de la hormona de crecimiento artificial de Monsanto antes de regresar a la F.D.A. como Comisionado Adjunto en 1991. Michael A. Friedman, antes de ser Comisionado Adjunto de las operaciones de la F.D.A., ingresó a Monsanto en 1999 como vicepresidente senior. Linda J. Fisher era asistente de administración de la E.P.A. cuando dejó la agencia en 1993. Ella se convirtió en una Vice Presidenta de Monsanto, de 1995 al 2000, sólo para volver a la E.P.A. el próximo año como administrador adjunto. William D. Ruckelshaus, ex administrador de E.P.A., y Mickey Kantor, ex representante comercial de los Estados Unidos, cada uno ha sido miembro en la junta directiva de Monsanto después de salir del gobierno. Clarence Thomas, Juez de la Corte Suprema, fue un abogado del departamento legal de Monsanto en los 70. Él escribió la opinión de la Corte Suprema de Justicia en un crucial dictamen sobre los derechos de patente de las semillas genéticamente modificadas en el 2001, que benefició a Monsanto y todas las empresas de semillas genéticamente modificadas.

Donald Rumsfeld nunca fue miembro de la Junta u ocupó alguna oficina de Monsanto, pero Monsanto debe ocupar un terreno blando en el corazón del ex secretario de la Defensa. Rumsfeld fue presidente y C.E.O. de la farmacéutica fabricante de G.D. Searle & Co, cuando Monsanto la adquirió en 1985, después que Searle había experimentado dificultades para encontrar un comprador. Las acciones y opciones de Rumsfeld en Searle fueron valoradas en $12 millones en el momento de la venta.

Desde el principio, algunos consumidores han sido constantemente reacios a tomar leche de vacas tratadas con hormonas artificiales. Esta es una de las razones por las que Monsanto ha librado muchas batallas con las lecherías y los reguladores sobre la redacción de las etiquetas de los cartones de leche. Ha demandado a por lo menos dos lecherías y una cooperativa sobre el etiquetado.

Los críticos de la hormona artificial han presionado por el etiquetado obligatorio de todos los productos lácteos, pero la F.D.A. se ha resistido e incluso ha tomado acción contra algunas lecherías que habían etiquetado en su leche "BST-free." Desde que la BST es una hormona natural que se encuentra en todas las vacas, incluidas las que no se inyectan con la versión artificial de Monsanto artificiales, la F.D.A. argumentó que las lecherías no podían reclamar que que su leche está libre de BST. La F.D.A. más tarde publicó directrices permitiendo a las lecherías utilizar etiquetas diciendo que su leche viene de "non-supplemented cows", mientras la caja tenga una cláusula de exención de responsabilidad diciendo que el complemento artificial no cambiará en modo alguno la leche. Por lo tanto, la leche en cartón de Kleinpeter Dairy, por ejemplo, llevaría una etiqueta en la parte delantera indicando que la leche proviene de vacas no tratadas con rBGH, y el panel posterior : "Estudios del Gobierno no han demostrado diferencias significativas entre la leche que proviene de vacas tratadas con rBGH y las vacas no tratadas con rBGH". Eso no es lo suficientemente bueno para Monsanto.

El próximo campo de batalla

A medida que más y más lecherías han decidido anunciar su leche como "No rBGH", Monsanto ha pasado a la ofensiva. Su intento de forzar a la Comisión Federal de Comercio para que examine lo que Monsanto llama "prácticas engañosas" por las lecherías, tratando de distanciarse ellos mismos de la hormona artificial de la compañía fue la más reciente salva nacional. Pero después de examinar los reclamos de Monsanto, la División de Prácticas de Publicidad de la Comisión Federal de Comercio decidió, en agosto de 2007, que una "investigación formal y una acción de ejecución no se justificaba en ese momento". La agencia encontró algunos casos donde las lecherías habían hecho "reclamos infundados sobre la salud y seguridad", pero estos eran en su mayoría en los sitios Web, no en cartones de leche. Y la Comisión Federal de Comercio determinó que las lecherías Monsanto habían seleccionado todos los avisos que llevaron a que la F.D.A. no encontrase diferencias significativas en la leche de vacas tratadas con la hormona artificial.

Bloqueado a nivel federal, Monsanto está impulsando la adopción de medidas por los Estados. En el otoño de 2007, el secretario de agricultura de Pennsylvania, Dennis Wolff, emitió un edicto prohibiendo a las lecherías de estampar los envases de leche con etiquetas que indiquen que sus productos se hicieron sin el uso de la hormona artificial. Wolff dijo que una etiqueta así, implica que la leche de los competidores no es segura, y señaló que la leche no complementada se produce a un precio injustificadamente más alto, argumentos que Monsanto ha hecho con frecuencia. La prohibición entró en vigor el 1 de febrero de 2008.

La acción de Wolff creó un incendio en Pennsylvania (y más allá) de consumidores enojados. Tan intenso fue el flujo de e-mails, cartas, y llamadas que el gobernador de Pennsylvania, Edward Rendell, intervino y revocó a su secretario de agricultura, diciendo, "El público tiene derecho a la información completa acerca de cómo es producida la leche que ellos compran".

Sobre esta cuestión, la marea se puede desplazar contra Monsanto. Los productos lácteos orgánicos, que no impliquen rBGH, están aumentando en popularidad. Las cadenas de supermercados como Kroger, Publix, y Safeway los están están adoptando. Algunas otras compañías han alejado los productos rBGH, incluyendo Starbucks, que ha prohibido todos los productos lácteos de vacas tratadas con rBGH. Aunque Monsanto alegó alguna vez que se estima que el 30 por ciento de las vacas lecheras de la nación fueron inyectadas con rBST, la creencia generalizada es que el número es mucho menor hoy en día.

Pero no cuentan con Monsanto. Esfuerzos similares a la de Pensilvania se han puesto en marcha en otros estados, incluyendo Nueva Jersey, Ohio, Indiana, Kansas, Utah, y Missouri. Un grupo respaldado por Monsanto, llamado AFACT-American Farmers for the Advancement and Conservation of Technology- ha venido encabezando esfuerzos en muchos de estos estados. AFACT se describe a sí misma como una "organización de productores" que deplora "cuestionables tácticas de etiquetado y el activismo" de los comerciantes que han convencido a algunos consumidores a "rehuir de los alimentos utilizando las nuevas tecnologías". AFACT al parecer utiliza la misma empresa de relaciones públicas de St. Louis empleado por Monsanto, Osborn & Barr. Un portavoz de Osborn & Barr dijo a The Kansas City Star que la companía estaba haciendo trabajos para AFACT sobre una base pro bono.

Incluso si los esfuerzos de Monsanto para garantizar cambios en el etiquetado a través de la junta, éstos deben ser menores, no hay nada para parar a los departamentos de agricultura de los Estados de restringir el etiquetado lechería por lechería. Más allá de eso, Monsanto también tiene aliados cuyos soldados, es casi seguro, mantendrán la presión sobre las lecherías que no utilizan las hormonas artificiales de Monsanto. Jeff Kleinpeter sabe acerca de ello, también.

Un día tuvo una llamada del hombre quien imprime las etiquetas para sus envases de cartón para leche, preguntando si él había visto el ataque a Kleinpeter Dairy que se había publicado en Internet. Kleinpeter acudió a la red para un sitio llamado StopLabelingLies, que pretende "ayudar a los consumidores, dando a conocer ejemplos de falsa y engañosas etiquetas de comida y otros productos." Allí, por supuesto, Kleinpeter y otras lecherías que no usan los productos de Monsanto estaban siendo acusados de hacer afirmaciones engañosas para vender su leche.

No había ninguna dirección o número de teléfono en el sitio web, sólo una lista de grupos que, al parecer, contribuian al sitio , cuyos temas se encontraban en un rango desde despreciar a los cultivos orgánicos hasta minimizar el impacto del calentamiento global. "Ellos estaban criticando a gente como yo por hacer lo que tenían derecho a hacer, a ir a través de una agencia de gobierno", dice Kleinpeter. "Nosotros nunca pudimos llegar al fondo de dicho sitio Web para obtener la correción."

Resulta, que el sitio web cuenta entre sus colaboradores a Steven Milloy, el comentarista de la "ciencia basura" de FoxNews.com y operador de junkscience.com, que pretende desmontar "Análisis y data científica defectuosa". No puede sorprender a nadie que anteriormente en su carrera, Milloy, que se hace llamar el "junkman", fue un lobbista registrado de Monsanto.


Donald L. Barlett y James B. Steele son editores contribuyentes de Vanity Fair.



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