27 noviembre 2010

La Sociedad de los Poetas Muertos

La Sociedad de los Poetas Muertos es una de esas pelis impactantes que queda en la memoria del espectador para siempre. Una de las escenas que más recuerdo y que se ha convertido en una de mis favoritas es la siguiente:

Entender la poesía

La poesía es arte y todo arte se realiza con el lenguaje del corazón. La belleza no radica en la construcción de palabra bonita tras bonita; no puede ser material, es transparente a los ojos.
Cuando uno escribe con el corazón en la mano, todo sale bonito.

En este sentido, la poesía no se puede leer con los ojos sino con el corazón. Existen muchos poetas "existosos" pero que no tienen profundidad en su obra. Igual sucede en todo arte, por eso los grandes andan generalmente olvidados. Curiosamente, se les llama escritores "complejos", "dificiles", cuando debiese ser al revés. Ellos son los más sencillos porque regresan hasta los sentimientos más elementales.

La razón que esto sea así, es que el ser humano se va cubriendo de capa tras capa a través del tiempo. La capa de la familia, la capa de los amigos, la capa social, la capa del trabajo, la capa de la Iglesia, etc. y a medida que esto sucede, se va alejando de lo esencial del ser: la fuerza interior.

La segunda mejor escena (en mi modesta opinión) sucede cuando Todd Anderson (Ethan Hawke), el tímido del curso, quien no hablaba y perdió a su mejor amigo, se para sobre sus escritorio para darle las gracias al profesor expulsado porque le ha cambiado la vida. Siempre había vivido a la sombra de su hermano, hasta que su profesor de inglés lo vio. Al unísono de “Oh Capitán, mi Capitán” parafraseando a Walt Whitman, los alumnos le dan el merecido homenaje al maestro, le hacen saber que a pesar todo están ahí parados sobre las carpetas ... siendo lo suficientemente osados para no dejar pasar tiempo, que se comprometen a valorar cada minuto de su existencia:

Oh Capitán, mi Capitán




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