27 mayo 2007

!Gua!, el insospechado origen del lenguaje


¿Qué cosa podrían tener en común las siguientes palabras: Gua, Washington, Huaca, Guadalajara, Guanajuato, Huandoy, Aconcagua, Ottawa, Wantán, Huang He, Hawai , Lenguaje, tregua, Aguañal, Alfaguara, Guardia, Guarida, Waterloo, Agua, Jaguar, Water, Nicaragua ?


Alfonso Klauer sostiene que " /Ua / habría sido la primera palabra que se pronunció sobre la faz de la Tierra. Deliberada y voluntariamente la habrían emitido ya los homínidos predecesores del hombre hace tanto como 2 millones de años."

Este autor peruano tiene una página web Nueva Historia donde ha publicado sus 14 libros completos. Es uno de los pocos investigadores que utiliza internet para poner su obra al alcance del público.

En !Gua!, el insospechado origen del lenguaje podemos notar lo original y acucioso de su propuesta, se remonta a los orígenes del hombre para establecer el origen e importancia del /gua/ para el desarrollo del lenguaje e idiomas.

Aquí algunos extractos de esta interesante obra que recomiendo leer :
".. En el período anterior, durante muchísimo tiempo, quizá desde la aparición misma del Australopitecus, hace 4 millones de años, fue el sonido natural, genéticamente condicionado e involuntario de los primeros homínidos, equivalente a los sonidos instintivos que emitían las otras especies del extenso bosque africano. Como sugieren muchas investigaciones científicas, que relacionan los grandes cambios climáticos con las mutaciones genéticas, el drástico enfriamiento que se inició hace 1,7 millones de años, que convirtió gran parte del bosque africano en sabana, desertificando además el Sahara, habría sido el principal condicionante de las últimas mutaciones que, dando origen a la facultad del habla en los homínidos, dieron también origen al lenguaje.
/ Ua / habría sido la voz con la que los primeros seres parlantes se identificaron a sí mismos. O, lo que es lo mismo, la voz con la que los múltiples conjuntos familiares de primeros hablantes que alternaban en el espacio africano se reconocían como iguales entre sí y, al propio tiempo, distintos a los animales que con ellos habitaban África. Esa voz original está hoy representada en muy distintas lenguas como "gua", "hua", "gwa", "ua", "wa" y "wha". Es el nombre de 24 centros poblados en 15 países del mundo. Y el nombre de 11 lenguas en 7 países. Como raíz, / ua / forma parte del nombre de más de 71 mil poblados y accidentes geográficos en todo el planeta (Anexo Nº 1). Y del nombre de casi 2 500 etnias y lenguas (Anexo Nº 12)."


"... Pero los siguientes ejemplos son sin duda emblemáticos. En el Poema de Mío Cid (del año 1140 aprox.), aparecen "llegaua" y "caualgó" para las voces que hoy presentamos y pronunciamos como "llegaba" y "cabalgó" . Y en una transacción registrada en 1252, entre caballeros de la Orden del Temple y el municipio de Cáceres, en España, intervino entre otros don Ximen Sancho Caualleros. ¿Ese "caualleros", de hace casi 800 años, es el mismo "caballero" de hoy?
Sí. Juan Manuel en 1326 escribió una novela titulada Libro del cauallero et del escudero, título que despeja cualquier duda.

Tres siglos más tarde, para cuando se publicó la primera edición del Quijote, "Ceruantes", que devino "Cervantes", habla todavía del ingenioso "cauallero" Don Quixote de la Mancha.
¿Cabe ahora alguna duda de que el más moderno y opaco "caballero", ha desplazado a un más antiguo y transparente "cauallero"? Obviamente "cauallero" derivaba de "cauallo". Así resulta revelador desentrañar que, en español, hasta hace poco tiempo, tanto el nombre del macho como el de la hembra de los equinos formaban parte del mundo del /ua/: "cauallo" y "yegua". Y fundadamente sospechamos ahora que, en su primera versión, antes de la aparición de la escritura, eran pues /cawayo/y /yewa/. Es decir, para el actor principal, se dio la transformación: "cawayero" 􀁊 "cauallero" 􀁊 "cavallero" 􀁊 "caballero". Para el actor secundario: "cawayo" 􀁊 "cauallo"􀁊 "cavallo" 􀁊 "caballo". Y para el testimonio: "nowela" 􀁊 "nouela" 􀁊 "novela". Quizá ningún capítulo estelar de la historia de la evolución lingüística haya sido pues tan agitado como ése.
Otro ejemplo de la transformación "ue" 􀁊 "ve" nos lo ofrece la Crónica General de Alfonso X, el sabio (siglo XIII). En ella aparecen "uenciera" y "uez" que hoy presentamos como "venciera" y "vez".
Por su parte, Juan de la Cuesta, el famoso editor de Miguel de Cervantes, en el siglo XVII, hablando de Don Quijote y otras obras monumentales de la lengua española, escribía "nouelas exemplares". Bien se sabe que hoy decimos "novelas ejemplares".
Por sorprendente que pueda parecer, sospechamos que "bárbaro", una voz tan manida en los últimos dos mil años de historia, eventualmente escondería también un viejo guánimo: "warwaro". Será sin embargo en otro contexto del desarrollo de este texto que aparecerá como más verosímil esta hipótesis..."


"Pues bien, tenemos una idea clara –aunque no necesariamente certera–, de por qué, en todos los tiempos, en todas las lenguas, transparente o crípticamente, el concepto "agua" está presente en miles de topónimos: sería herencia de una conducta social signada por el rigor de las sequías.

Es también sabido que "agua", "eau" y todas las versiones de agua en las lenguas latinas están relacionadas, aunque cada vez con más convicción dudamos que deriven del latín "aqua". Se sabe igualmente que, tras la raíz indoeuropea "wed", una remota versión germana "water" ha dado origen a la voz homónima del inglés y al alemán "wasser". No hemos visto en cambio afirmada la filiación entre "agua" y "water", aunque por cierto cada vez nos parece más evidente. Y menos todavía entre ellas y el árabe "wadi" (= río), pero que también cada vez nos resulta más verosímil.
Nuestra hipótesis es que todas ellas han derivado de la primigenia voz /awa/, que por añadidura habría sido tercera en el léxico del protolenguaje de los primeros seres parlantes.
Y que voces como las vascas "uhar", "uhats" y "uharte", y las amazónicas "hanwá" y "yahuakeke", aunque fonéticamente más relacionadas con /ua/, también derivarían de /awa/. Que, derivando del remoto germano indoeuropeo "water", el gótico "wato", el islandés "vatn", el lituano "vanduo, y el noruego "vann", también pues derivarían de /awa/. Y que también entonces derivaría de /awa/ el hitita indoeuropeo "watar".
En síntesis, que todas las voces del mundo con que se hace referencia al agua derivarían de / awa /. No parece muy difícil que la lingüística pueda demostrarlo en casos como el del náhuatl "atl" o el farsi "âb"; ni en los casos del occitano "aiga" o el gallego "auga". Pero sí parece difícil en los casos del japonés "mizu", el chino "shui" o por ejemplo el quechua "unu".
Pocos elementos hay en la naturaleza que, en tan grande cantidad, por igual se nos presenten en estado líquido, sólido y gaseoso.
Pero a su vez, en cada estado, en versiones muy distintas unas de otras. En su estado sólido se nos presenta en los casquetes polares, en los icebergs que flotan en los océanos, en las capas de hielo que cubren las más altas montañas, y también en las heladeras. En su estado gaseoso está como nubes, de más de cien distintos tipos, como niebla y neblina, en todas las cocinas y manando de los géisers, fuentes termales y volcanes.
Y en forma líquida en muy diversas fuentes, dulces, ácidas y saladas, limpias y hediondas, claras y oscuras, vivas y muertas, etc.
Pero además puede clasificárseles por si están o circulan por la superficie, o por si brotan del subsuelo o si caen del cielo. Y de éstas últimas es enorme la diferencia entre una tenua y fina garúa, como la de Lima y la huarmi lluvia de la selva amazónica, y las torrenciales lluvias de los trópicos, o las originadas por los monzones del Asia, o los huracanes del Caribe.
Por su ubicación en las diversas latitudes del planeta, en cada territorio unas formas tienen preeminencia sobre otras. Si en los polos no se conocen los fangosos ríos del trópico, en éste no se conocen los glaciares, y viceversa. Quienes conocen los torrentosos ríos de las zonas cordilleranas casi no conocen la quietud de las aguas lacustres. Quienes conocen la aridez de los desiertos no conocen los chubascos tropicales.
Quizá esa impresionante versatilidad de formas, y la todavía más asombrosa variedad en que cada forma es preeminente en cada espacio del planeta, explican que para agua existan también tantas variedades lingüísticas. Bien puede haber ocurrido que la voz con que originalmente se nombró el agua en un territorio, transparentemente derivada de /awa/, quedó con el tiempo sustituida por otra que resultaba más recurrente o más eufónica, o por otra de connotaciones más dramáticas, o por otra que circunstancialmente adquirió carácter emblemático.
Bien se sabe que muchos cambios fonéticos e innovaciones lingüísticas tienen su origen en modas, en invenciones o distorsiones que, teniendo o no la pretención de lograrlo, terminan perennizadas en base a la imitación. Un primer sujeto improvisa, su círculo más próximo lo imita y repite, y el nuevo sonido termina por imponerse entre toda la población. Si en el pasado cercano defectos de pronunciación de un emperador han dado origen a cambios fonéticos en poblaciones enteras, cuánto de ello no habrá ocurrido en la antigüedad cuando por largos períodos se impusieron en todas las latitudes autócratas que debían ser imitados incluso al precio del castigo.
Así, muchas versiones que representan al agua con voces distintas de /awa/, como en los casos de yahuakeke o shui, por ejemplo, pueden haberse originado en la diversidad climática y/o en modas autocrática o espontáneamente impuestas. En cuanto a la probable influencia de la diversidad climática en la definición del léxico, bien significativo resulta que, como se ha mencionado, en muchas lenguas, los diccionarios que aparecen en Internet incluyen la voz "lluvia" pero no así la que representa genéricamente al agua (H2O). Quizá pues porque la significación cultural y sicosocial de la lluvia, sin superar en esencia a la del agua, la supera en apariencia.
No obstante, y como quiera que fuese, la voz – raíz /awa/, representando agua en muchísimos casos, presente en la toponimia como "agua", "água", "ahua", agwa", "aua", "awa" e incluso como "awha", la hemos encontrado pues en 15 672 nombres distribuidos en el mundo entero, conforme se muestra en el Gráfico Nº 57.
Nuestra hipótesis no es pues solo que de la voz /awa/ –representada desde la aparición de la escritura en formas tan distintas como las que se acaba de mostrar–, dio origen a voces como / wato /, / wadi /, /watar/, /water/, y a las que se derivaron de éstas. Sino que su significado original, que es también el de estas últimas, fue agua (H2O).
Si en el inicio /awa/ representó agua (H2O), no puede menos que sorprender que la versión en español de ese concepto sea fonéticamente idéntica: /awa/, gráficamente representada por "agua". Solo equivalente fonéticamente a las representaciones gráficas mostradas que, eventualmente, en alguna o diversas lenguas de África, Asia o de Oceanía, también significan agua, pero no por influencia del español.
¿Cómo entender que entre las grandes lenguas que hoy se habla en el mundo, la versión en español de agua, no solo sea la más parecida sino en realidad la única idéntica al original: / awa /? ¿Acaso una simple casualidad? Creemos que no..."



1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado amigo, déjeme agradecerle muy sinceramente sus generosos conceptos hacia mi libro, y su contribución a su difusión.
Alfonso Klauer
Lima - Perú