02 agosto 2008

La Página del Idioma Español


Excelente página que sirve de referente para conocer y entender más el idioma de Cervantes. En un mundo donde el Inglés invade los mejores contenidos en Internet, es refrescante encontrar una página que estudia profusamente la lengua española. Además, La Página del Idioma Español
permite aclarar esas dudas lingüísticas y gramaticales que de vez en cuando nos asedían en el día a día. En su presentación podemos leer:
"... La Página del Idioma Español, inaugurada el 23 de abril de 1996 en el dominio web www.iis.com.br, es la revista digital pionera en la promoción del idioma español en la Internet y en la busca de nuevos espacios para nuestra lengua en la red mundial. Sostenida por la organización no gubernamental Asociación Cultural Antonio de Nebrija, mantiene el Foro Cervantes de discusiones sobre el idioma español y el boletín de semántica y etimología «La palabra del día».
Cuenta con colaboradores en América Latina, España, Francia y Estados Unidos, quienes contribuyen periódicamente con sus artículos sobre normativa, lenguajes profesionales, traducción, enseñanza de español, prensa y radio en castellano que alimentan un banco de datos en el que ya se acumula un trabajo de siete años en la Red..."

Cuenta con las siguientes secciones:

LA PALABRA DEL DÍA
FUNDÉU
HISTORIA DE LA LENGUA
ARTÍCULOS
SPANISHPOINT
CURSOS
DICCIONARIOS
GRAMÁTICA
RADIOS
ESTADÍSTICAS
CONSULTAS
NOTICIAS DEL IDIOMA
ETIMOLOGÍA
NEBRIJA
DICC. ARG. ESPAÑOL
DEPORTES
PRENSA
DICCIONARIO BOTÁNICO

Entre una serie de números de la revista Donde dice..., encontré una dedicada al idioma español en Internet:

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Algunas cosas que podemos encontrar:

Consulta recibida:

» Magíster

Temas:

P: Mi consulta es por qué en algunas ocasiones se usa magíster y en otras magister sin acento. Yo estoy terminando mi tesis y tengo muchas dudas para argumentar por qué utilicé la palabra magíster. En este país no se acepta la palabra maestría ni máster. ¿Podrían ayudarme a justificar el uso de magíster tildado? Muchas, muchas gracias.

R: Magister es palabra latina que significa 'el director', 'el que manda', 'el que organiza'. El latín no tenía tildes ni ningún signo ortográfico, tales como puntos, comas ni guiones. En la época clásica, ni siquiera había minúsculas ni espacios entre las palabras, pero en las ediciones contemporáneas de los textos clásicos se emplean diversos signos ortográficos a fin de facilitar la lectura; muchos docentes contemporáneos emplean incluso tilde, de modo que no hay nada de erróneo en su empleo. Con respecto a la palabra que consulta, ella está, además, incluida en diccionario de la Academia como palabra castellana y con tilde, aunque marcada como de uso regional en Argentina, Colombia, Costa Rica y Venezuela, con el significado de 'título universitario equivalente a la maestría, o al master en inglés'.

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Sobre el uso inadecuado de la palabra virtual

Ricardo Soca

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) presenta la definición mostrada más arriba de la palabra virtual, que viene haciendo una carrera tan exitosa desde la explosión del auge de las computadoras y de la internet.

El vocablo fue adoptado en el terreno de la informática pensando en su primera acepción y también en la tercera, usada en la Física, más precisamente en la Óptica, para referirse a algo
"que tiene existencia aparente y no real" y en la Mecánica para definir el concepto de "velocidad virtual".

En las lentes convergentes, por ejemplo, los rayos provenientes de un objeto cualquiera convergen hacia un punto en el cual se forma una imagen de ese objeto. Es el principio utilizado en las cámaras fotográficas, en las cuales los rayos provenientes del objeto fotografiado convergen y forman una imagen real e invertida de ese objeto sobre la superficie sensible.

En el caso de las lentes divergentes esto no ocurre, los rayos divergen y no se forma ninguna imagen real. Sin embargo, los ópticos encontraron conveniente para algunos de sus cálculos considerar la idea de que a partir de que a partir de un determinado punto, las prolongaciones de los rayos divergentes convergen hacia un punto anterior al lente, donde se formaría una imagen que no existe más que en el cálculo matemático, una imagen virtual.

En la analogía creada en el mundo de las computadoras, cuando se habla de una "reunión" de personas que se encuentran en lugares distantes, pero que se comunican entre sí mediante cámaras de televisión, parece adecuado que se hable de reunión virtual. Y cuando queremos referirnos a uno de esos sitios de la internet en los que se ofrecen mercaderías que podemos adquirir sin levantarnos de nuestra silla, enviando por la computadora el número de nuestra tarjeta de crédito, parece perfectamente correcto que se hable de tienda virtual.

Tampoco cabe disentir de la expresión realidad virtual, que designa el efecto producido por programas informáticos que suministran al usuario estímulos visuales, auditivos e incluso táctiles que le dan la sensación de vivir en una realidad diferente, como ocurre en los simuladores de vuelo o en algunos programas para arquitectos que permiten visitar una casa que está a la venta desde su propia computadora. Se trata de artificios que nos permiten dirigir aviones que no existen o visitar casas que no están allí. No son reales, son virtuales, como nos indica la definición del diccionario.

Sin embargo, muchos usuarios de computadoras que no saben de dónde proviene este término ni por qué se lo usa al hablar de reuniones, de tiendas o de otras entidades virtuales, han adoptado este adjetivo para referirse incorrectamente a todo lo que tenga que ver con informática o con la Internet.

Hace algunos días, un amigo que acababa de comprarse unos libros a través de la Red me comentó que había hecho "unas compras virtuales". Aunque las hubiera hecho vía Internet, sus adquisiciones no tenían nada de virtual, eran bien reales, como mostraban los gruesos y pesados volúmenes que mi amigo se disponía a leer.

Millones de personas hoy hacen amigos a través de sus conexiones electrónicas, pero no importa cuál haya sido la forma de establecer estas relaciones se trata siempre de personas reales, con pasiones y sentimientos, no son amigos virtuales, como muchos suelen decir.

Una amiga que se pasa muchas horas por día sentada ante su computadora suele quejarse de que tanto tiempo virtual no le deja un momento libre para, por ejemplo, leer un libro. No creo que haya sido un consuelo, pero tuve que explicarle que el tiempo que se pasa sentada ante su computadora es bien real.

Todavía no he podido entender qué son las comunicaciones virtuales ni por qué son llamadas de esa manera. Cuando enviamos por la Internet un mensaje, éste no tiene nada de virtual; por más que circule por un cable o por el espacio en forma de bits es una comunicación bien real y perfectamente de acuerdo con la definición de comunicación, pues alguien va a leerla en el algún lugar. Si quisiéramos comunicarnos en forma virtual no podríamos hacerlo, pues cada vez que una señal de cualquier tipo es trasmitida entre dos personas se establece una comunicación real.

Resumiendo, debemos tener en cuenta que si un fenómeno se refiere a los números dígitos, del uno al diez, o a los instrumentos que cuentan estos números podemos calificarlo como digital, pero no siempre como virtual. Y si un fenómeno ocurre merced al uso de la tecnología electrónica, podremos calificarlo como electrónico, pero no siempre como digital ni como virtual.
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chofer

El primer vehículo capaz de trasladarse por su propia energía no fue propiamente el automóvil que conocemos hoy, sino un triciclo impulsado por una caldera de vapor, que fue estrenado en 1769 por el ingeniero militar francés Nicolas-Joseph Cugnot para transportar un cañón; después vino la locomotora, también a vapor, y sólo en tercer lugar apareció el automóvil con motor a explosión. En los dos primeros, el agua que producía el vapor a presión era calentada mediante una caldera alimentada a carbón. El conductor que dirigía las viejas locomotoras, que subsistieron hasta comienzos del siglo xx, era un calderero que avivaba el fuego y cambiaba el agua en la medida de las necesidades de calor de la máquina.

En francés, la palabra para calor es chaleur, el verbo calentar es chauffer y la persona que se encarga de calentar una caldera, el calderero, se llama chauffeur, literalmente, ‘calentador. Chauffer procede del francés antiguo chaufer (calentar), derivado del latín vulgar calfare o calefare, que son una alteración del latín clásico calefacere (calentar), que a su vez procede del también latín calere (arder, estar caliente), que en última instancia se deriva de la raíz indoeuropea kel- (calor).

Cuando aparecieron los primeros automóviles, a fines del siglo xix, no existía una palabra para designar al sujeto que conducía aquel extraño vehículo sin caballos, de modo que en francés se adoptó el nombre del trabajador que cumplía tal función en la locomotora que, como hemos visto, era el único vehículo automóvil para pasajeros existente hasta entonces. Como la cultura francesa contaba por entonces con gran prestigio en España y en América Latina, chauffeur, fue rápidamente adquirido por el castellano y adaptado por la Real Academia Española a chofer o chófer, mientras que en inglés y alemán, la palabra francesa fue tomada sin variaciones.


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