La Madre Teresa de Calcuta es una de las figuras más importantes en la historia de la humanidad… su vida y obra han marcado una huella que ha servido de guía para toda una generación… su legado no sólo se reduce a haberse dedicado a ayudar a los más pobres en uno de los lugares más pobres del mundo... sino va más allá... es un ejemplo de vida, dedicación, entrega, valor, solidaridad, amor... es decir, la aplicación de todos los valores y principios morales seguidos por casi todas las religiones del mundo. Siempre la respeté y admiré. Ser agnóstico nunca me impidió ser uno de sus seguidores, porque los principios y valores morales no son propiedad de ninguna religión, es más... antes de las religiones ya se discutía sobre éstos.
Los que la conocieron dan testimonio de su entusiasmo y alegría fuera de lo común... siempre con ánimo para seguir adelante, para ayudar a los más necesitados... sin aspavientos ni discursos líricos… sólo iba y ayudaba… se despojaba de sus bienes, sin dudar un instante, para dárselo a los desposeídos... tenía la seguridad que su Dios nunca le iba a abandonar, que estaba con ella... entregaba sus bienes con la certeza que desde arriba, de alguna u otra forma, le dotarían de otros...
Lo impresionante estriba en su ausencia total del miedo... a pesar de encontrarse en esas calles polvorientas, pobres, tugurizadas, vacías, carentes de todo... trabajaba con ahínco, fervor, alegría... como impulsada por algo más poderoso que ella. Entonces, la pregunta surge de inmediato, ¿De dónde provino esa fuerza repentina que la llevó a servir a los más necesitados?... ella respondía señalando el cielo con el dedo índice.
Cuando me encuentro con personas como la Madre Teresa, dudo si, verdaderamente, no existe Dios. Me quedo sobrecogido por la fuerza interior de las personas como la Madre Teresa, que una vez encontrado su camino, lo recorren de una manera tan firme que los demás sólo somos meras sombras alrededor de su aureola. ¿Todos seremos capaces de sufrir esa transformación?... es decir… ir caminando por ahí, ver algo impactante y transformar nuestra vida completamente. La respuesta es afirmativa... claro que sí. De alguna u otra forma, todos pasamos por un proceso de cambios a lo largo de nuestra existencia, claro que en diferente grado... se me ocurre uno muy frecuente... el encontrarse con el ser amado y decidir compartir una vida... caminar de la mano, formar una familia, ser amigos, envejecer juntos... a través del amor, dejamos una familia para formar la propia. La Madre Teresa nos enseña a nunca darnos por vencidos, creer en nosotros mismos, no tener miedo a desprendernos de nuestros bienes materiales, avanzar por el camino a la felicidad con alegría, compartir con los demás las pocas cosas que poseemos... ella decidió que su familia estaba ahí, en las calles de Calcuta... semejante revelación debió ser impresionante, única e irrepetible, una oportunidad sobre los miles de millones de habitantes del planeta. ¡Que ser humano más admirable!
Los que la conocieron dan testimonio de su entusiasmo y alegría fuera de lo común... siempre con ánimo para seguir adelante, para ayudar a los más necesitados... sin aspavientos ni discursos líricos… sólo iba y ayudaba… se despojaba de sus bienes, sin dudar un instante, para dárselo a los desposeídos... tenía la seguridad que su Dios nunca le iba a abandonar, que estaba con ella... entregaba sus bienes con la certeza que desde arriba, de alguna u otra forma, le dotarían de otros...
Lo impresionante estriba en su ausencia total del miedo... a pesar de encontrarse en esas calles polvorientas, pobres, tugurizadas, vacías, carentes de todo... trabajaba con ahínco, fervor, alegría... como impulsada por algo más poderoso que ella. Entonces, la pregunta surge de inmediato, ¿De dónde provino esa fuerza repentina que la llevó a servir a los más necesitados?... ella respondía señalando el cielo con el dedo índice.
Cuando me encuentro con personas como la Madre Teresa, dudo si, verdaderamente, no existe Dios. Me quedo sobrecogido por la fuerza interior de las personas como la Madre Teresa, que una vez encontrado su camino, lo recorren de una manera tan firme que los demás sólo somos meras sombras alrededor de su aureola. ¿Todos seremos capaces de sufrir esa transformación?... es decir… ir caminando por ahí, ver algo impactante y transformar nuestra vida completamente. La respuesta es afirmativa... claro que sí. De alguna u otra forma, todos pasamos por un proceso de cambios a lo largo de nuestra existencia, claro que en diferente grado... se me ocurre uno muy frecuente... el encontrarse con el ser amado y decidir compartir una vida... caminar de la mano, formar una familia, ser amigos, envejecer juntos... a través del amor, dejamos una familia para formar la propia. La Madre Teresa nos enseña a nunca darnos por vencidos, creer en nosotros mismos, no tener miedo a desprendernos de nuestros bienes materiales, avanzar por el camino a la felicidad con alegría, compartir con los demás las pocas cosas que poseemos... ella decidió que su familia estaba ahí, en las calles de Calcuta... semejante revelación debió ser impresionante, única e irrepetible, una oportunidad sobre los miles de millones de habitantes del planeta. ¡Que ser humano más admirable!
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