19 abril 2008

Los hijos de Vallejo

Este es el lugar donde César Vallejo es un superhéroe. En Santiago de Chuco, pueblo natal del mayor de nuestros poetas, cada fines de mayo es tiempo de peregrinación en memoria del hijo predilecto. Ahí, la poesía se riega con las lluvias y florece en esta temporada. Esta visita sirvió para demostrar que los niños del lugar aprenden los versos con la reverencia de una oración.

Por Jorge Loayza.
Fotos: Claudia Alva (enviados especiales)

Madre, me voy mañana a Santiago,
a mojarme en tu bendición y en tu llanto.
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
de llaga de mis falsos trajines.
(César Vallejo)


La Poesía crece. César Vallejo Ynfantes,
sobrino carnal del poeta,representando
a su tío a un lado del poyo de la casa.

Roque Marvi Casana camina, con sus diez años de edad, por la plaza de armas de Santiago de Chuco como un César Vallejo en un París sin aguacero. El sol del mediodía que calienta las cabezas de los santiaguinos no detiene sus ganas de vestir un abrigo y sombrero oscuro mientras su mano derecha juega con un bastón de madera que su profesor le hizo con un palo de escoba. Este niño no es cualquier imitador a quien solo le gusta vestirse como el ilustre hijo de Santiago de Chuco para la foto. Hace unos meses fue elegido como el mejor declamador de un concurso de Vallejo en toda la provincia, donde participaron cincuenta niños. Roque ganó declamando ‘A mi hermano Miguel’.Tampoco fue que solo se aprendió un poema para el concurso. A los cinco años aprendió ‘Idilio muerto’ por recomendación de su profesor y desde entonces parece que un poco del alma del poeta se quedó en su pequeño cuerpo. Después supo declamar ‘Piedra negra sobre piedra blanca’, entre un rosario de poemas que le gustan más cada vez que los repite. "También me gustaría escribir poemas como Vallejo", dice el niño con una sonrisa de cachetes entomatados.

Niños del mundo

Si en Lima un niño quiere parecerse a un Power Ranger, en Santiago de Chuco los infantes anhelan ser un Vallejo que lanza poemas al aire como aviones de papel. Esa sería una manera de explicar la vida que tiene el arte del poeta universal en su tierra. Varoncitos y mujercitas quieren sentirse por unos minutos la voz del hombre y jugar con las palabras

Pequeñitos que representan
a la familia del vate en una ceremonia
realizada en el colegio donde
estudió Vallejo.


Por eso, la actuación en el Centro Viejo 271, actual Escuela Primaria de Menores 80520, donde estudió César Vallejo, era propicia para que los menores demostraran a los peregrinos de la delegación de ‘Capulí, Vallejo y su Tierra’ sus cualidades histriónicas en el escenario. Escuchar el himno nacional al inicio de toda ceremonia escolar no es cosa rara. En el Centro Viejo 271 se hace algo más interesante: cantar el himno a Vallejo de manera obligatoria en todo acto cívico, al igual que lo hace el pueblo en la plaza de armas.

Y antes de saber leer los pequeños aprenden a sentir. Los alumnos de cinco años del Jardín del Niño 298 se han vestido para escenificar a la familia Vallejo Mendoza. Los padres Francisco de Paula Vallejo y María de los Santos Mendoza, además de los diez hermanos del vate, viven en el patio del colegio y se presentan para el aplauso. César también y está en el cuerpo de Josep Landi, quien lleva orgulloso una franja de cartulina que lo id
entifica como tal. La profesora Rosa Ruiz los mira con aprobación maternal. "Esto lo tienen que aprender desde pequeños", me dice la docente.

Después vendría una casi interminable lista de declamadores de los poemas de Vallejo iluminados por la luz de un intenso sol. "Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita/ de junco y capulí;/ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita/ la sangre, como flojo coñac, dentro de mí", repiten los pequeños mientras extienden los brazos, apuntan a los cerros con sus dedos, se arrodillan, miran el bello cie
lo, observan al público con ojos extasiados.

Los mejores declamadores que aún no pasan de los quince años están en este colegio. Muchos como Roque Marvi, pero también Vallejitos femeninos. Milagros Díaz, estudiante de segundo grado de secundaria y primer puesto en el concurso organizad
o por las autoridades educativas de la provincia, es una de las que mejor dramatiza ‘Idilio muerto’. Otros chicos prefieren recitar ‘Masa’ y ‘Los nueve monstruos’.










SIERRA DE MI PERÚ. Los recuerdos de esta

fiesta se vendían en la plaza del pueblo como
las estampas de un santo.



Pero los muchachos del cuarto y quinto año de secundaria del colegio César Vallejo, vestidos de negro, han preferido poner drama a su presentación con un montaje teatral de Poemas humanos. Conmovido con el ejemplo de los pequeños, Paul Quispe, estudiante y declamador de la Universidad Nacional de Trujillo, también quiere rendir el homenaje y empieza con voz de trueno: "Solía escribir con el dedo grande en el aire:/ "¡Viban los compañeros! Pedro Rojas" ".

En el poyo de la casa

‘Capulí, Vallejo y su Tierra’ es una peregrinación cultural que el profesor universitario y santiaguino Danilo Sánchez Lihón organiza desde hace siete años los fines de mayo para que un nutrido grupo de vallejianos llegue a Santiago de Chuco y se moje en poesía, en olor del pueblo donde el poeta creció y el sabor capulí endulzó su voz lírica. Acaso como si se tratara de un santo patrón, este grupo no escatimó esfuerzos en hacer un viaje "sobre el lomo de los Andes" por más de seis horas desde Trujillo, además de las ocho que comprende el tramo desde Lima. Catedráticos, profesores de colegio, músicos, cantantes, declamadores y estudiantes llevaban tan vivo a Vallejo que, como si se tratara de una imagen del poeta, invitaron a César Vallejo Ynfantes –sobrino directo del vate– como fuente de inspiración, reverencia y que es tan querido en Santiago de Chuco que solo falta que lo paseen en andas.
Así, el primer acto religioso fue visitar la casa donde nació el autor de Los Heraldos Negros, que se ha convertido en un museo-santuario. En ese lugar Francisco Miñano Benítez, veterano estudioso de la vida de Vallejo en el pueblo, explicaba la trascendencia de cada rincón de la casa. "Acá se sentaban los visitantes que solicitaban los servicios de tinterillo del padre de Vallejo, y en este patio, donde jugaba el niño poeta, ha sido grotescamente empedrado", dice este hombre que reclama la expropiación de toda la manzana para hacer una plaza alrededor de la casa.

PIEDRA NEGRA SOBRE PIEDRA BLANCA.
Los peregrinos homenajearon al poeta en su casa
y en la tumba de los padres de Vallejo.


El ambiente de esa casa se llena de otro aire cuando entra César Vallejo Ynfantes. Algunos lo ven como el alma del propio vate dentro de la casa. Y César quiere transmitir la voz de su tío. Frente a un grupo de estudiantes llegados desde Trujillo recita en pleno patio: "Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,/ donde nos haces una falta sin fondo!", y señala el poyo que inspiró a su tío y que hoy lo mira mudo y sólido.

Este Vallejo del 2006 –hijo de Néstor, hermano mayor de César– también jugó en esos pasadizos de pequeño. Y los recuerdos que su padre le contó del hijo más famoso de la familia no eran tan tristes como algunos poemas. "Mi padre me contaba que desde chico César fue muy inquieto, de joven le gustaba las jaranas y las chicas", afirma a la vez que confiesa que tiene algunos poemas escritos.

A estos seguidores del poeta también les agrada festejar la visita con verbenas donde algunos hacen arder sus declamaciones sobre una fogata. La conocida cantante Margot Palomino, además de cantar para el pueblo, afirma que venir a Santiago de Chuco es como alimentarse de espiritualidad. Los músicos del grupo limeño Kero –que musicaliza poemas de Vallejo– llegaron al pueblo viajando a retazos, entre camionetas y buses.

Como un mayordomo de esta fiesta poética, Danilo Sánchez Lihón dice que con este peregrinaje paga una deuda con su tierra. No es el único. Fabio Gallo, profesor con rostro de Ernesto Cardenal, ha cumplido su tercera peregrinación. El cuerpo y la salud del psiquiatra Mariano Querol se elevó por los Andes para dictar una conferencia magistral y regresó como hijo adoptivo del pueblo. Un viaje más largo trajo a Andreas Altman, periodista alemán que ha viajado por todo el mundo y que llegó a la tierra del poeta desde Francia atraído por el sabor del capulí y porque el dolor también es un idioma universal.

Fuente: Diario La República del 05/06/2006

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