22 abril 2008

Vallejo y Espronceda

Por Luis Fernando Figari,

Eran tiempos escolares cuando empecé a familiarizarme con las obras de César Vallejo. Y entre lecturas, análisis, conversaciones, los años han ido pasando con Vallejo no tan lejano. Y es que la poética del vate liberteño está muy ligada a las manifestaciones culturales de estas tierras. Para profundizar en la idiosincrasia de América Latina y en el drama humano de la búsqueda de Dios, la obra de Vallejo constituye un lugar importante.

Últimamente he venido revisando unas páginas sobre Vallejo para su publicación. Al hacerlo me he tropezado con el asunto de las fuentes de su poética. Que si hay en él ecos de Rubén Darío y los modernistas latinoamericanos. Que si el futurismo, vanguardismo, ultraísmo y otros "ismos" han dejado su huella en ese estilo tan hondamente personal de Vallejo. Sí, pero integrados en su técnica, en sus ritmos, en sus ejercicios lingüísticos. Antenor Orrego no cesó de proclamar que su originalidad está fermentada por lo autóctono y por lo ibérico en una América nueva que busca nuevas formas de expresión. Y, salvando el mejor sentido de sus expresiones, tiene razón.

Espronceda

Al releer "El romanticismo en la poesía castellana" de Vallejo, me tropecé con un entusiasmo que otrora no llamó mi atención. Se trata de José de Espronceda (1808-1842), un poeta romántico español. Para el vate de Santiago de Chuco, en Espronceda "se cumple de una manera amplia y definitiva la doctrina romántica", "es el jefe del romanticismo castellano". No es su inventor, sino que, al decir de César Vallejo, "coje el estandarte de la rebelión, y levantándose con él, hacia una altura donde no llegó nadie antes, lo bate al lado del sol, como un águila victoriosa, y lo deja clavado arriba mientras él vuela a la Gloria". Se entusiasma al grado de considerar que Espronceda en su corta vida "había realizado una definitiva misión en el progreso humano".

Tal vez su "personalismo", su "subjetivismo artístico", "las llamas torturantes de una filosofía pesimista hasta el escepticismo", la sinceridad al presentarse en su poesía "tal como es en sí mismo", llaman la atención de Vallejo al punto de hacer una apología del poeta español, defendiendo su originalidad creativa. Lo hace en su tesis para Bachiller en Letras.

Pasional

Vallejo no es hombre de quietudes, sino de pasiones intensas, de hondos conflictos, múltiples, dolorosos, agónicos, jeremíacos, de decires que quieren arrancar del lenguaje nuevos signos comunicativos para transmitir mismidades. Ante lo que considera el psiquismo de Espronceda volcado en poema, rompiendo las leyes del lenguaje poético, Vallejo sentencia: "A un nuevo pensamiento, a una nueva cuestión, eterna, universal, había de exigirse una elocución nueva, un nuevo modo de expresión".

De manera especial, Vallejo se encanta con "El Diablo Mundo", al que califica de "grandioso poema, hijo de las entrañas de la humanidad, al mediar la centuria pasada, y que de este modo aventaja en espontaneidad de motivo y en sentimiento cristiano, al Fausto de Goethe". Además del vate liberteño, ¿a quién se le ocurriría hacer tamaña tasa?

Parece ser "El Diablo Mundo" un poema de 1840, que Espronceda deja inconcluso. Vallejo distancia el romanticismo del español de otros románticos que sacrifican el fondo a la forma. Para él es un "canto sacudido, descuidado, franco, tumultuosamente melodioso, imagen de la emoción, palpitación intensa del pensamiento grande y hermoso, como un ardoroso toque de sol, dentro del cristal transparente de la palabra, que se estremece y brilla; canto que se escucha repercutir en el fondo más íntimo del corazón, como la orquesta de la vida universal, en la que vibran desde las silenciosas lágrimas, todas las notas de la gama del corazón humano, hasta las carcajadas del placer".

Temas comunes

Sorprende en la lectura de Espronceda la presencia de numerosos temas y sobre todo perspectivas que se encontrarán en la poética vallejiana. Espronceda aparece para Vallejo como quien expresa lo que él va experimentando. O al menos un viajero cuyo recorrido poetizado le resulta muy connatural. Hay quien dice que su poema mejor logrado sería "El estudiante de Salamanca". Pero Vallejo, presta atención a "El Diablo Mundo", considerando que los demás poemas del bardo español responden más o menos "al mismo espíritu" de éste último.

"¿Quién calmará mi dolor? ¿Quién enjugará mi llanto?" "¿Dónde estoy? Tal vez bajé a la mansión del espanto, tal vez yo mismo cree tanta visión, sueño tanto, que donde estoy ya no sé". "¿Quiénes sois genios sombríos que junto a mí os agolpáis?" "¡Ay! ¡Cuan terrible condición me aqueja para llorar y maldecir nacido, víctima yo de mi fatal deseo, que cumplirse jamás mis ansias veo!" Unos escasos ejemplos de temas que de alguna manera están también en la poética de Vallejo. Debo decir que en verdad sorprende el influjo del romántico Espronceda en el poeta de Santiago de Chuco. No tanto sobre la técnica sino más bien sobre la temática y sus perspectivas.

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Subsidios/Escritos de Luis Fernando/
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